En el plan de maniobras de Cambiemos para lo que resta de la gestión y con miras a una próxima, la negación comienza a ser fundamental.
Para ellos los salarios le están ganando a la inflación. Para ellos el consumo crece y deja marcas históricas. Para ellos el dólar no debe pesar en las decisiones domésticas de los argentinos.
Para nosotros, y en gran parte gracias a los constantes tarifazos y aumentos bimensuales como los de las prepagas, el poder adquisitivo palidece frente a la inflación que toma distancias cada vez mayores.
Para nosotros lo del consumo es una nueva previa que parece nos trajimos del secundario y nos pasamos los días readaptando nuestras costumbres y nuestras compras para llegar a fin de mes y pagar la luz.
Para nosotros, el dólar sigue siendo un factor de peso porque, quienes pueden, se refugian en esa moneda ante la depreciación constante del peso. Y, quienes no pueden, deben afrontar nuevos costos cotidianos porque, se sabe, el comercio argentino tiene sus costos atados a diversos factores, entre ellos el dólar.
Si los salarios le estuvieran ganando a la inflación entonces no habría metas oficiales que, de paso, siempre se quedan cortas. Si el consumo estuviera dejando marcas históricas, la confianza de los consumidores argentinos en la economía del país no hubiera caído 8,5% este mes.
Si lo del dólar no fuera tan importante como quieren hacernos creer, entonces el Central no saldría a intervenir en el mercado todos los días exponiendo sus reservas (una de las principales críticas que Cambiemos le hizo al kirchnerismo en la campaña y todavía hoy, a dos años).
La economía, se ha escrito en esta columna, se le presenta esquiva al oficialismo que, siendo optimista, parece no interpretar el estado de las cosas.
Si así no fuera habría que creer entonces que la agenda del Gobierno nacional está perfilada lejos de las provincias, más bien hacia los sectores de la economía concentrada y, si es así, conviene comenzar a decirlo y no a negarlo.
Discussion about this post