La estudiante del colegio Santa María, de Posadas, participa del intercambio cultural propiciado por el Rotary Club Internacional. Desde los trece años es miembro del Rotary Club Posadas Oeste. Su estadía en Milford, Pensilvania, Estados Unidos, se prolongará por un año. POSADAS. Responsable, estudiosa, autoexigente. Así definen a Tamara Ludmila Cheroki Minadeo (17) sus propios padres. Aseguran que así es en vida diaria y que igual actitud manifiesta en el intercambio cultural del que participa en Milford, Pensilvanya, Estados Unidos, promovido por el Rotary Club Internacional, valiéndose en poco tiempo de varios premios y distinciones.
Alumna del colegio Santa María (pedagógico/naturales), de la capital misionera, la joven participa de las actividades del Rotary Club Posadas Oeste desde los trece años. Tras desarrollar junto a sus pares diversos trabajos comunitarios en escuelas y hogares, elaboró un proyecto para llevar al mundo, que beneficie al resto y sus méritos dieron resultado: a través de los exámenes demostró que estaba preparada para realizar el intercambio. Aunque para cumplir con la meta debió renunciar algunas cuestiones propias de la edad, eligió permanecer en Norteamérica durante un año y desde hace nueve meses comparte experiencias con las familias que la albergan.
Si bien no es fácil soportar la ausencia, Sergio y Jéssica están orgullosos de la decisión que tomó la mayor de sus hijas. En febrero fueron a visitarla por insistencia de Ivana (6), la más pequeña del clan, que la extraña muchísimo -su hermano Nicolás (21) no pudo ser de la partida- y encontraron a una Tamara totalmente adaptada, con un grupo de amigos conformado, integrada, siempre haciéndose querer porque es una persona muy activa que siempre trata de socializar.
Los Cheroki no tienen más que palabras de agradecimiento hacia las familias que albergaron a Tamara durante el intercambio -el protocolo el Rotary Club Internacional exige que las familias se vayan rotando-. La primera -padre, madre y tres hijos- le dio de todo y nosotros nos sentimos contenidos porque estábamos seguros que estaba cuidada. Nos dieron tranquilidad porque ella nunca salió de casa sin nosotros. La segunda, tiene ocho hijos y para ella eso fue muy divertido y la pasó muy bien. La tercera -actual- es más convencional, señalaron. Continúan contactándose a través de las redes sociales y estamos felices de la estadía y de la gente que le tocó, agregó la pareja.
Según sus padres -ella médica y el floricultor- Tamara siempre apunta a lo más alto en todo lo que hace. Contaron que dentro del colegio los clasifican de acuerdo al nivel intelectual y rindiendo los exámenes logró buenas notas e ingresó al grupo del más alto nivel. Se destaca en el área artística (pintura y fotografía) donde cosechó reconocimientos como en la parte deportiva. Asiste a clases desde las 8 y hasta las 16.30 y en ocasiones tiene práctica de deportes que para ellos es fundamental. Las materias las eligen quienes hacen el intercambio aunque algunas son obligatorias, como la de la historia de Estados Unidos. En las charlas hace conocer a los demás dónde se sitúa Argentina y les habla de la cultura de nuestro país.
Cada tanto se organizan charlas para ver cuál es el grado de avance, qué notan de diferente, qué dificultades tienen. En su Distrito tienen que hacer presentaciones de su país, su ciudad. Tienen un día especial donde se presenta el plato típico regional para todos los del intercambio. Tamara ya se lució con deliciosas empanadas, chipas, milanesas, pastelitos, alfajores, que aprendió a cocinar antes de emprender el viaje. Estados unidos también le sirve para perfeccionar el idioma que eligió estudiar desde pequeña.
Tamara es una chica muy responsable, estudiosa, autoexigente. Nosotros estamos orgullosos de ella. Nos dice que el viaje le sirvió para ordenarse, en las responsabilidades, en el día a día de la casa porque es un intercambio cultural donde vos tenes que adaptarte a la casa y no la familia a vos. No cualquier chico puede hacer el intercambio. Hay algunos que están preparados, otros no. Tamara estaba muy decidida en lo que iba a hacer y creemos que le va a servir mucho más para madurar. De hecho, ya se nota el cambio, confió el matrimonio.
Como padres queremos lo mejor para ella por eso decidimos darle esta oportunidad, soltarla. Es un compromiso, una responsabilidad, preocupación, muchos miedos. Los hijos son de la vida y hay que darles la oportunidad en la medida que ellos se sientan preparados. Creemos que es una experiencia positiva, añadió Sergio. Insistió con que se trata de un intercambio cultural, no de un viaje de turismo. Es una experiencia de vida y si bien tiene sus cosas buenas y malas, es súper positiva para toda la familia. A ningún padre le agrada desprenderse de sus hijos, pero es la ley de la vida. Eso les sirve para su preparación para la vida universitaria. Vemos que en Argentina malcriamos a nuestros hijos, afuera lo viven de otra manera. No le dan todo lo que le damos nosotros, en todos los sentidos. Le van generando responsabilidades. Es más duro pero salen más preparados para la realidad de la vida.
Contó que por lo general se tiene en mente a una familia tipo, convencional, pero cuando fueron a visitar a su hija estuvieron socializando durante cinco días con las tres familias que dieron albergue a Tamara. En ese tiempo fue la segunda familia la que dio el toque de distinción. Me sorprendió porque eran diez los integrantes y se los veía felices. En Estados Unidos no hay empleada doméstica, la madre es enfermera y trabaja mucho de noche. El padre es director de una escuela secundaria que tiene 1.300 alumnos. Pero el tiempo que nos brindaron a nosotros, y el cariño y el amor que le dieron a nuestra hija fue impresionante, dijo.
El propuesto por el Rotary es un intercambio para ella y para nosotros. No sólo Tamara forma parte de una familia en Estados Unidos sino que los Cheroki también albergaron y albergan a jóvenes de diversos países, que cuidan más que a sus propios hijos. Cuando la joven aún estaba en casa, recibieron a Sarah, de Holanda, y luego fue el turno de Johan, de Dinamarca, cuya estadía se prolongó por seis meses. Ahora están en compañía de Jonie, de Minnesota, Estados Unidos, que por estos días está viajando por el país junto a miembros del Rotary a fin de conocer cómo viven en las distintas regiones y familiarizarse con las distintas culturas.
Por lo general, todos se van de Misiones fascinados, con un termo y un mate bajo el brazo.
Discussion about this post