En 25 hectáreas, que se encontraban improductivas desde hace más de veinte años, los Moroz lograron producir una inmensa variedad de frutas, verduras y hortalizas sin contaminantes. Zapallos y calabazas de colores vivos, verduras y hortalizas de hojas verdes estridentes son solo algunos de los numerosos cultivos que regala la chacra después de permanecer improductiva por 25 largos años. En la propiedad de Roberto Moroz (49) y Rosana Lugrin (43), la tierra concentró todas sus energías para dar vida a la producción más codiciada del mercado.
Se trata de un emprendimiento que surgió hace cuatro años, cuando la pareja decidió comprar una chacra para reivindicar, de alguna manera, el trabajo de los padres y abuelos agricultores. En la búsqueda recibieron la oferta de un lote de 25 hectáreas en la Primera Capital del Territorio Nacional de Misiones.
La mayor parte del terreno es selva virgen, con espacios de monte, laguna y arroyos, y lo denominaron Facenda ecológica & reserva de biodiversidad Las Gringas. En la transacción -efectuada un 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción- dejaron todos sus ahorros, y una de las maneras que encontraron para mantenerla fue produciendo verduras. Antes, tuvieron que abrir caminos para ingresar al predio, llevar agua y electricidad, como en la historia que repiten muchas familias de la tierra colorada.
Habíamos empezado a plantar un poco de lechuga, acelga, perejil, como lo hace todo el mundo, y en una cena con amigos dijimos que íbamos a regalar, entonces nos sugirieron que empezáramos con la venta a través de bolsas verdes o económicas, hace casi dos años, recordó Moroz. Así, a través de las redes sociales y del boca a boca, fueron vendiendo, posibilitando el crecimiento del emprendimiento que, con el paso de los días, derivó en una feria de productos agroecológicos; en un restaurante sobre la avenida costanera de Posadas y en la provisión de verduras y hortalizas a algunos comercios que ponen en práctica la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) al adquirir productos hechos con mano de obra de Misiones y libre de agrotóxicos.
A unos cinco kilómetros de la ruta nacional 12, los cultivos se realizan en viveros, a cielo abierto y también dentro de la selva. Los dueños limpiaron la parte baja, dejando los árboles más grandes, y plantaron frutales en unas cuatro hectáreas. Pero en Las Gringas, en honor a su esposa e hijas: Belén, Florencia y Sofía, nada se hace sin conocimiento. Fue una cuestión de un gusto, de una pasión muy grande, que nos llevó a investigar, a estudiar muchísimo, muchas noches pasamos buscando técnicas, consultando, probando, porque hay mucho de prueba y error. Hay un mito que estamos derribando, que en Misiones, por la elevada temperatura y la humedad constante, no se pueden hacer este tipo de cultivos, y en realidad sí lo estamos haciendo. El único secreto es trabajar muchísimo, con orden y mucha limpieza, agregó quien es parte del equipo de cinco personas que se ocupa de las tareas en la Reserva de Biodiversidad.
Para Moroz, no está bien que se hable de verduras orgánicas porque para eso es necesario obtener una certificación internacional que significa un monto de dinero que no disponemos. Hacemos el proceso de no utilizar fertilizantes químicos ni venenos. Buscamos volver a lo que hacían los abuelos o utilizar los elementos que ellos ocupaban pero tratando de profesionalizar la tarea para obtener un rédito.
El entusiasmo de los dueños se acrecienta al saber que hay otras cuatro familias de Cerro Corá, Gobernador Roca, Corpus y Roca Chica, que están reconvirtiendo sus chacras de la producción tradicional con fertilizantes, con agroquímicos, a la producción agroecológica.
A esas reuniones fueron muchos pero solo en cuatro familias prendió la idea. Nos dimos cuenta de las personas que tienen ganas de trabajar, tienen una responsabilidad y un pensamiento diferente al de la mayoría. Es una tarea casi titánica porque hay que enseñar a plantar sin los venenos, a cuidar las plantas de otra manera, a ser ordenados, a hacer limpieza, a plantar una planta a la misma distancia que la otra, a cuidar líneas. Son cuestiones elementales que, lamentablemente, en nuestra provincia no estamos acostumbrados a hacer, dijo, quien cuenta para algunas cuestiones con el asesoramiento del INTA y Agricultura Familiar.
Según Moroz, si bien hay mucha gente que empezó a consumir, sigue siendo muy poca. Es una moda que todavía no prendió. Es muy poca la gente a la que le importa o le interesa saber que está comiendo algo sano, sin agrotóxicos. Todos comen mandioca y la mayor parte de los productores de Misiones utiliza agrotóxicos para mantener limpio el lote, ya no se carpe, y eso va a parar a la raíz. Aún hay una falta de conciencia muy grande. Empieza a haber cambios en la generación de 18 a 25 años que en lugar de tomar una gaseosa, pide agua saborizada, y come con algo más de conciencia sobre lo que está consumiendo.
Consideró que la tarea que llevan adelante es muy sacrificada porque demanda unas 18 horas diarias durante toda la semana pero tiene una cuota de pasión, gusto y de satisfacción muy grande. El solo hecho de ver crecer las plantas, observar que la reserva crece, que hay más gente que se interesa, al punto que cuando va de vacaciones trae semillas de otros lugares del mundo, tiene su condimento.
Sembramos casi 500 semillas de pino Paraná y con mucha alegría pudimos ver que comenzaron a germinar. Ahora podremos plantar una especie que está en extinción en la provincia, y quizás sirva de puntapié inicial para retomar la familia de las araucarias. Eso forma parte de las ganas y los sueños que tiene uno de salir adelante. Pero si no hiciéramos las cosas junto a mi esposa, seria imposible.
Admitió que estamos muy contentos, cansados, pero tomando vuelo de a poco. De plantar un perejil, hace tres años, a tener un restaurante en la costanera de la capital de una provincia, creo que no es poca cosa.
A su entender, hay que acostumbrarse a trabajar en redes, en equipo. Tenemos que acostumbrarnos a ir viendo las oportunidades y las necesidades de la gente. Muchas veces se dice que en nuestro país no hay trabajo y nos quejamos, pero no es cierto. Cuando hay ganas de trabajar y hacer cosas, hay cientos de cosas que uno puede hacer, aseguró.
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