Ubaldo Mateo González (24) pidió juicio abreviado luego de haber asaltado el local posadeño Sabor a mí. No midió que a media cuadra estaba la Jefatura. Fue atrapado en las cercanías.Un audaz ladrón o tal vez un ladrón inconsciente, fue sentenciado a tres años y medio de prisión por robar un almacén en pleno centro de la ciudad. Vaya a saber por qué, se animó a cometer el golpe apenas a una cuadra de la Jefatura de Policía.
El lugar más oscuro es el que está abajo de la lámpara, reza un refrán chino, pero en este caso la filosofía oriental no funcionó con el acusado. Se dio la lógica, cuanto más cerca estás del lugar donde están los oficiales de la ley, menos se estirará el brazo que te terminará atrapando.
El hecho sucedió a las 22 del viernes 4 de marzo de 2016, en Sabor a mí, un local comercial ubicado en la esquina de Colón y Tucumán de esta capital. La empleada del lugar vio que ingresó un cliente, de contextura física robusta, tez morocha, cabellos negros, vestido con short negro y buzo de color azul. Amablemente lo recibió con un ¿qué desea, señor?, a lo que el individuo respondió sacando un cuchillo de entre sus ropas y expresándole: Quedate quieta, no hagas nada y dame la plata.
Si bien la mujer se llevó el susto de su vida, alcanzó a salir hacia la vereda para pedir auxilio. Al sujeto solo le interesó el botín que podía haber en la caja. Metió la mano, sacó lo que había allí y se dio a la fuga por Tucumán.
Una cuadra más abajo, en la esquina de la Jefatura, se encontraba un policía que vio a un hombre encapuchado corriendo hacia su posición de centinela. El cabo escuchó que alguien gritaba agarrale, agarrale, que no se escape. El ladrón, al ver que había encarado directo a la boca del lobo, desvió la carrera por calle Félix de Azara. Alto policía, escuchó a sus espaldas.
A la persecución que había iniciado el cabo se sumó otro efectivo que se encontraba en Jefatura. Así como no tuvo la precaución de no ir a robar en pleno centro, menos tuvo el resto suficiente para escapar después de cometer el delito. Aunque tampoco se puede restar mérito al estado físico de los policías. Lo cierto es que la huida del ladrón solo se extendió por tres cuadras y media. Terminó reducido en calle Catamarca casi Félix de Azara, frente a una funeraria. Lo mató la carrera.
En su poder tenía 520 pesos, distribuidos en tres billetes de cien y 22 de diez pesos. Como así también carnets sanitarios y el cuchillo con el que habría cometido el hecho. Terminó en el calabozo y desde ese día no recuperó la libertad.
Después de la etapa de instrucción, ya con el expediente listo, la fiscalía pidió la elevación a juicio. Luego de un acuerdo con la defensa, las partes solicitaron al tribunal el juicio abreviado contra Ubaldo Mateo González (24).
En ese sentido, los jueces Augusto Gregorio Busse, Eduardo D’Orsaneo y Martín Errecaborde definieron una sentencia de tres años y medio de prisión bajo la calificación de robo agravado en grado de tentativa.
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