El potencial con el que cada ser humano viene equipado a este mundo al nacer es inmenso. Nuestro cerebro está constituido por millones de neuronas conectadas entre sí por medio de dendritas y axones. ¿Qué quiero decir con esto? Que las ideas que pueden derivar de tan majestuosa obra maestra de la creación no tienen fin.
Muchos creen que todos somos genios en potencia. Pero para llegar a serlo, debemos liberar nuestras habilidades que, de no hacerlo, podrían permanecer toda una vida dormidas. Algunas personas descubren solo algunas en tiempos de crisis donde se ven empujados a hacer lo que nunca hicieron antes.
Es por eso que deberíamos considerar cada error que cometemos, cada fracaso o dificultad que atravesamos, en la mayoría de los casos inesperados, como oportunidades que nos brinda la vida para aprender, para cambiar, para transformarnos en una mejor versión de nosotros mismos, para crecer.
Cada uno de nosotros posee habilidades y características que lo hacen extraordinario. Todos hacemos algo mejor que los demás y nos destacamos por algo. ¿Por qué entonces no siempre fluimos en nuestro accionar? Debido a una sola palabra: excusa. Las excusas nos convierten a todos en genios que viven todo el tiempo dentro de sus lámparas y nunca se atreven a brillar afuera.
A diario, echamos mano a las excusas para explicar por qué hicimos lo que hicimos, o por qué no hicimos lo que no hicimos. Muchas veces para justificar lo injustificable porque no nos atrevemos a decir la verdad: que tenemos miedo, que no nos creemos capaces, que no tenemos con qué, etc. Pero las palabras de justificación no resuelven el problema. Este sigue estando presente.
Cuando comenzamos a hacernos cargo de lo que sucede en una determinada situación, sin excusarnos, nos convertimos en parte de la solución.
¿Qué es una excusa?
El diccionario la define como un pretexto que se utiliza para evadir una responsabilidad. Es en realidad lo que marca la diferencia entre los genios y los fracasados.
Pero siempre estamos a tiempo de cambiar de actitud. Cuando lo decidamos, podemos frotar la lámpara (la mente, el corazón y el espíritu) y soltar toda la genialidad que llevamos adentro (el potencial) y permanece dormida. Tal actitud nos permite decirle al mundo quiénes somos en verdad y qué somos capaces de hacer.
Nuestra capacidad, al igual que nuestro Creador, es ilimitada. Nuestra genialidad interior es la fuente de las ideas, los sueños, los proyectos y de todo lo que necesitamos para llevarlos a la práctica. Quienes se atreven a soltarla, a pesar de todos los reveses que la vida les traiga, aprenden a capturar oportunidades y transformar errores en sabiduría y fracasos en triunfos.
Mientras algunos duermen y esperan una buena racha, los genios derriban murallas y desafían obstáculos para obtener los resultados que desean. Ellos se superan a sí mismos constantemente, no compiten con nadie, porque creen en sí mismos y son su propia fuente de motivación. ¡Es tiempo de soltar todas las excusas y de accionar!
Colabora
Bernardo Stamateas
Doctor en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.
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