La modalidad del Restaurante Escuela tiene como objetivo brindar prácticas profesionales a los estudiantes de cocina que asisten al taller del Programa Provincial de Alfabetización y Educación Básica del Adulto (Ppaeba) 9070 del barrio 25 de Marzo, de Apóstoles.Se trata de montar una cocina real, donde el alumno puede experimentar y asimilar las exigencias de un despacho gastronómico, mientras que los comensales actúan de jurado. Con la actividad también pretenden reivindicar el trabajo de los colonos de la zona al utilizar los productos que cultivan, tratando de generar así una conciencia de consumo interno, desde la chacra a la mesa, sin intermediarios.
Esto obligó también a los cursantes a comenzar a trabajar para tener una huerta en el predio de la escuela. El chef y profesor Juan Ignacio Rodríguez Paredes (37) fue el ideólogo de la iniciativa, que el 23 de junio se desarrollará por segunda vez y es un evento esperado por la comunidad apostoleña.
El profesor consideró que esta es también una manera de evaluarse. Rodríguez Paredes estuvo dando clases en Posadas, de donde es oriundo, luego en Apóstoles y el año pasado se integró al Restaurante Escuela.
No hay forma que los chicos puedan hacer la pasantía en otros lugares y acá solamente hay rotiserías, pizzerías. No tienen la posibilidad de asistir a una cocina real, de despacho, entonces les sugerí que hiciéramos la actividad en la misma ciudad. Es decir, montamos el restaurante, lo atendemos, cocinamos la comida y hacemos de mozos, manifestó al explicar en qué consiste la tarea.
Comento que mostremos una comida basada en nuestras raíces, en nuestros productos, sin sofisticación, muy natural y fresca, aprovechamos lo que tenemos y lo que esté a nuestro alcance y entorno. Damos oportunidad a los colonos y comercios que quieran exhibir sus productos, aportamos a la localidad con otra alternativa gastronómica, damos la posibilidad a los comensales que sean activos en nuestras cenas ya que hacen de jurado. Al finalizar se les alcanza una planilla con una serie de ítems que deben completar. De esta manera vemos cuáles son los puntos a favor y cuáles en contra, para ir mejorando en cada edición del Restaurante Escuela.
Contento porque hay ex alumnos que trabajan en hoteles de Puerto Iguazú y en emprendimientos personales, admitió que esta actividad es mi formato como docente de examen parcial y final de los alumnos en mi taller, que se realiza en junio y octubre. Veo que es la más original y eficiente manera de evaluarlos ya que se trata de una cocina real, donde los comensales con sus planillas completas, aplausos y palabras, son la verdadera expresión (nota) que necesita un cocinero para saber que hizo bien su trabajo.
Rodríguez Paredes desarrolla la actividad durante las horas en la que dicta clases en el taller de cocina dependiente del Consejo de Educación. Allí los alumnos asisten a clases gratuitas, solamente deben llevar los ingredientes para la elaboración de los alimentos. La cena -en junio se hará la segunda edición- es solidaria porque se cobra un costo mínimo para poder cubrir algunos gastos.
Los comensales a su vez actúan como jurado. Buscamos que nos digan lo que les parece, bien o mal, para que podamos ir mejorando para las próximas ediciones. Las cenas se hacen dos veces al año y ocupamos las instalaciones del establecimiento los días sábados. Es sin bebidas alcohólicas, solo aguas saborizadas con naranja, limón, jengibre, menta, comentó.
Añadió que el SUM de la escuela está próximo a la cocina y ese espacio se utiliza como restaurante. Se decora, se colocan algunas luces para realzar el ambiente, se colocan vajillas. La mayoría de las cosas las conseguimos en carácter de donación pero la intención es que los alumnos puedan tener prácticas profesionales. Consideró que no hay mejor manera que los estudiantes aprendan a través de este restaurante, con el agregado de la utilización de nuestros productos y preservando la gastronomía de la región, que es algo muy importante.
Venir a dar la clase es sencillo. Les doy una receta y cuando la terminan se pueden ir. Pero esto es un objetivo entonces con varias clases de antelación, estamos preparando, armando los platos para ver cómo quedan para la cena, experimentar cómo salen. Es una motivación. A los chicos les encanta y con esta actividad se van poniendo a ritmo. Me parece que vamos por buen camino. Pensé que iba a costar que la comida regional sea bienvenida. Pero de a poquito buscamos reivindicar nuestra recetas y productos, dijo el profesional, que desde hace unos quince años reparte su tiempo entre la gastronomía y la docencia.
En primer año son 17 alumnos, y en segundo 12. Se recibe un promedio de 30 por año. Una promoción se recibió en octubre pasado, y el 23 de junio haremos la segunda edición del Restaurante Escuela desde las 20.30 y hasta las 23, dijo.
El equipo elabora una recepción para los invitados -que suele ser algo de pescado, suave, liviano-, luego una entrada (el año pasado fue mbeyú con verduras de la chacra, con una salsa simple). Para esta ocasión proyecta preparar un estofado de cordero con mandioca. Será bien sustancioso porque pensamos que ya hará frío, y un postre -posiblemente con miel y frutas de estación de la zona-.
Según el chef, que tiene esposa e hijas apostoleñas, le estamos poniendo mucha garra. Para Semana Santa, y aprovechando que la Municipalidad de Apóstoles los invitó a una feria, participamos y recaudamos para comprar algunos elementos que son necesarios para el funcionamiento. En esa ocasión adquirimos algo de vajilla para ir mejorando las condiciones. Fue siempre todo muy a pulmón.
El año pasado salió espectacular y el objetivo se cumplió bastante bien. La intención es, con la planilla que el profesor entrega a los comensales, pedirles que sean sinceros para que podamos ver cuáles son nuestras falencias, nuestros errores.
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