Cristina Gelein perdió la mano en un accidente laboral en Alem, sin embargo nada la detiene.
Madre, esposa y empresaria, una mujer decidida a disfrutar de la vida y la familia.El apoyo familiar, la contención social, cualquier ayuda es necesaria para seguir adelante, sin embargo no hay como la fuerza de voluntad, imprescindible cuando la vida obliga a reinventarse, herramienta a la que Cristina Gelein se aferró luego de perder una mano en un accidente laboral, en la fábrica de bolsas y envases descartables a la que dedica su vida junto a su esposo e hijos en la ciudad de Leandro N. Alem.
Una historia de amor la sumó al negocio hace unas tres décadas, cuando conoció a Rubén de Lima y poco después de un año y medio le propuso matrimonio, con sólo una semana de plazo para prepararlo todo, pues él ya no tendría más tiempo, cuando a ella sólo le faltaban las prácticas para obtener su título docente, mundo del que se alejó definitivamente luego de dar el sí.
Es lindo trabajar con la pareja, pero no es fácil. Cuando festejo el aniversario de casados lo hago doble, son treinta años en el negocio y treinta en casa, son como sesenta años de convivencia, aseguró entre risas.
Al comienzo no nos alcanzaban las doce horas de trabajo, estábamos hasta la madrugada, nos íbamos un rato a dormir y volvíamos. En esa época no había computadoras, hacíamos todo a mano, trabajábamos en la oficina y la producción los dos, también salíamos de viaje juntos; a los tres meses de casada quedé embarazada, así que Damián, mi hijo mayor, se crió en la fábrica, tuvo una infancia muy acelerada porque no me podía dedicar enteramente a él, recordó Cristina.
Y agregó que nos fue muy bien, al comienzo alquilábamos, después pudimos comprar nuestra propiedad, edificamos y hace veinte años estamos en nuestro lugar. Después de Damián vino mi segundo hijo, José Luis, ya estaba más organizada, así que tuvo una infancia más tranquila, en casa, y después de siete u ocho años decidimos tener a Mauricio, tres varones.
Tuvimos cinco o seis años bastante lindos y después se complicó económicamente, entonces volvimos a trabajar como al comienzo. Hacíamos las cosas en la oficina, cuando terminaba el horario íbamos a la planta a seguir allá, fue uno de mis momentos de mucha angustia por la situación y me puse a hacer cosas que no debía, esa es la verdad, en una máquina, ayudando a un operario tuve el accidente, sostuvo.
Decisiones
Tenía entera la mano, pero la máquina me afectó el brazo, se fue enredando la pulsera y como era maciza no se rompía. Rubén siempre tuvo la mentalidad de que uno tiene que ir hasta lo último, ver todo lo que se puede hacer antes de tomar una decisión y así fue.
Era viernes, al atardecer, desde el sanatorio local la trasladaron inmediatamente a Posadas, donde entró en cirugía. Esa noche casi me muero por una hemorragia, si no era por mi mamá que se dio cuenta. Me tuvieron un mes, ya no aguantaba más, entré unas nueve veces al quirófano, hasta que un sábado a la tarde un enfermero me dijo señora, eso no va a prender, no se va a poder hacer. Cuando vino el médico le dije que me quería ir a casa, que ya estaba; para Rubén fue muy difícil, él tenía mucha fe que se iba a poder hacer algo. No se pudo, aludió.
Entonces comienzo otra vez otra historia, más tranquila, ocho años pasaron ya, empecé a diagramar mis días, cómo tenía que hacer las cosas, trabajaba siempre muy acelerada y eso también me jugó en contra, quería hacer todo, solucionar todo y no se puede; reconoció.
Cristina continúa trabajando, a full, sin dudas, pero con la cabeza cambiada, veo todo distinto, vivo el día a día, me levanto y lo que me va a tocar está, no tengo más proyectos, el decir quiero tal cosa, ya está, quiero vivir, tener tiempo para mí, para mi familia, remarcó.
Creo que no cambiaría nada, me gusta mucho lo que hago, lo disfruto; la situación se dio para que esté acelerada, mucha gente dice que era lo que tenía que pasar, a lo mejor sí, no creo mucho en el destino, yo metí la mano en la máquina, no el destino; no me pasa nada, no quedé con secuelas, los médicos me pedían que me haga tratamientos con psicólogos, pero no lo necesité, sé lo que me pasó, yo fui responsable y tengo que asumir mi error, finalizó.
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