Traccionado por sus propias impericias o la inexistencia de tacto y a veces conocimiento, desde que Cambiemos asumió la responsabilidad de dirigir al país nos tiene acostumbrados a los argentinos a exabruptos y sandeces.
Desde sus aliados que celebran que no habrá más aumentos de tarifas por lo que resta del año, al propio Presidente que ya tiene versiones remixadas de lo peor ya pasó, el Gobierno nacional deja todos los días frases que formarán parte de los archivos de los malos momentos del país.
No hay una sola PyME que haya cerrado por los aumentos de tarifas, lanzó ayer el ministro de Producción Francisco Cabrera, omitiendo la dura realidad de cientos de emprendimientos que sucumben ante los costos del gas, la electricidad y el agua a partir de los fuertes ajustes en los últimos dos años.
Según Cabrera, es un tema cultural pensar que el incremento de tarifas está golpeando a las PyME.
Aquí conviene detenerse un instante y recordar lo que decíamos y pensábamos de aquellos que nos decían que lo de la inseguridad era una sensación.
Acto seguido, Cabrera confirmó que la administración de Mauricio Macri tiene previsto volver a autorizar un incremento de tarifas de electricidad para octubre, pero aclaró: Aún no sabemos si se aplicará… ergo, tendremos noticias en nuestra facturas.
Pero el coro de ofensas no se terminó ahí. El responsable del área de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, aseguró ante una consulta sobre la estampida del dólar (que por cierto ayer cerró por encima de los 25 pesos) que en Iguazú están felices con el tipo de cambio.
Olvida el inexperto ministro que el dólar está en el ADN de la formación de precios y que una variación pega fuerte en los bolsillos de los misioneros, responsables de una de las economías regionales más golpeadas desde que asumió este Gobierno. Dietrich debería esforzarse más en cumplir mínimamente con su rol y trabajar para mostrar algo de gestión y dejar de buscar acomodarse en el ranking de habladores del Gobierno. Ya son muchos.
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