“Nunca antes un candidato presidencial había ganado con 68% de la votación popular y nunca antes le había sacado 47 (puntos) al segundo candidato. Nocaut (…) récord histórico”, dijo en las afueras del palacio presidencial de Miraflores. La oposición desconoce los comicios porque “carecen de legitimidad”.
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, celebró este domingo su reelección con 68% de los votos, que consideró un “récord histórico”, en unos comicios desconocidos por su principal rival Henri Falcón.
“Volvimos a ganar, volvimos a triunfar, somos la fuerza de la historia convertida en victoria popular permanente”, añadió el mandatario socialista.
Según el poder electoral, Maduro fue reelegido con 67,7% de los votos contra 21,2% de Falcón, su principal adversario, tras ser escrutado el 92,6% de las actas.
“La tendencia es irreversible”, aseguró la presidenta de Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, al precisar que, de 8.603.936 votos, Maduro obtuvo 5.823.728 sufragios.
Falcón desconoció los comicios por considerar que “carecen de legitimidad”, y exigió nuevas votaciones para octubre o diciembre próximos.
“No reconocemos este proceso electoral como válido, como cierto, para nosotros no hubo elecciones. Hay que hacer nuevas elecciones en Venezuela”, dijo Falcón en rueda de prensa, acusando al gobierno de coaccionar a los votantes.
“Es mentira lo que dice el candidato presidencial perdedor, de que el carnet de la patria tiene la culpa de su pérdida. No, no busque en el carnet de la patria la culpa de la derrota, búsquela en la campaña nefasta que hizo”, reaccionó Maduro.
El mandatario convocó a una “gran jornada de diálogo nacional” -sin precisar cuándo- a la que invitó a sus rivales y a “todos los líderes de oposición”.
“Les propongo que nos reunamos, nos encontremos y hablemos de Venezuela, hablemos de ideas, de soluciones”, señaló.
Falcón centró sus denuncias en los “puntos rojos”, puestos callejeros del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) próximos a los centros electorales, donde se registra a votantes a través del “carnet de la patria”, necesario para recibir beneficios sociales.
El exgobernador denunció que en esos puntos se pagaba un bono a quienes participaron.
Falcón se inscribió a contravía de la opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que llamó a la abstención en unos comicios que tilda de “fraudulentos”.
Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de Latinoamérica anunciaron que desconocerán los resultados de la votación, por considerar que el proceso no ofrecía garantías de transparencia.
Aferrado al poder
Muchos vaticinaban que caería de un momento a otro. Durante su gobierno, Venezuela vivió una de las peores crisis de su historia. Pero Nicolás Maduro, reelegido este domingo, se aferra obstinadamente al poder sin importarle que le llamen “dictador”.
Este exchofer de bus de 55 años, corpulento y de tupido bigote negro, gobernará por otros seis años a partir de enero de 2019 tras imponerse con 67,7% de los votos, frente a 21,2% de su principal rival, Henri Falcón, quien desconoció los resultados.
“Volvimos a ganar (…), somos la fuerza de la historia convertida en victoria popular permanente”, dijo al proclamar su triunfo en unos cuestionados comicios adelantados por el oficialismo, cuyos resultados desconocen Estados Unidos, la Unión Europea y varios países latinoamericanos.
“Su autoridad nace heredada por Hugo Chávez (1999-2013). Pero ahora tenemos un Maduro que se sabe fuerte y es más agresivo”, dijo a AFP Félix Seijas, director de la encuestadora Delphos.
Bajo su presidencia, Venezuela sufrió oleadas de protestas que dejaron unos 200 muertos, la debacle socioeconómica y el aislamiento internacional.
“Hace cinco años yo era un novato. Hoy soy un Maduro de pie, experimentado con la batalla, que ha enfrentado a la oligarquía y el imperialismo. Aquí estoy: más fuerte que nunca”, se describió durante la campaña.
Sus opositores, Estados Unidos y otros gobiernos lo acusan de empujar al país al abismo con medidas económicas disparatadas, de someter al hambre a la gente y de ser un “dictador” sostenido por los militares.
“Me resbala que digan que soy un dictador”, expresó este domingo.
Se dice un “presidente democrático” y “víctima” de Estados Unidos y la “guerra económica de la derecha”, a la que culpa de la hiperinflación y falta de alimentos.
Pese a su impopularidad de 75% según sondeos, venció a Falcón, quien enfrentó a la maquinaria oficial y los llamados a la abstención de los mayores partidos opositores que consideraron la elección una “farsa”.
Metamorfosis
Ungido por Chávez para liderar la “revolución bolivariana”, Maduro ganó la presidencia por muy poco, en abril de 2013, frente al opositor Henrique Capriles, inhabilitado políticamente en 2017.
Dos años después, sufrió un duro golpe cuando la oposición arrasó en las parlamentarias. Pero revirtió la derrota y desde agosto de 2017 cuenta con una Asamblea Constituyente de poder absoluto.
Chávez, a quien conoció en 1993, lo consideraba un verdadero “revolucionario”. Pero adversarios y excamaradas lo acusan de enriquecer a empresarios amigos y a la cúpula militar. “Será madurista, pero no chavista”, comentó a la AFP Ana Elisa Osorio, exministra chavista.
“Fue subestimado por los opositores y por muchos chavistas. Pero ha sabido aprovechar los errores de unos y otros, anulando a adversarios dentro y fuera del chavismo”, dijo a AFP Andrés Cañizalez, investigador en comunicación política.
Uno de ellos -anotó- es Rafael Ramírez, expresidente de la petrolera PDVSA muy cercano a Chávez y potencial aspirante presidencial, quien fue sacado de la embajada en la ONU acusado de corrupción.
“Maduro ha tenido una metamorfosis y estas elecciones culminan ese proceso: podríamos estar pasando del chavismo al madurismo. Sin duda está apuntando a consolidar un espacio de poder autónomo”, agregó Cañizalez.
Atribuyéndole astucia, Seijas cree que ha sido “un gran equilibrista que ha logrado mantener una distribución de las cuotas de poder” en el chavismo.
“¡Vamos Nico!”
Sin el carisma de Chávez, Maduro intentó imitarlo con largas apariciones cotidianas en televisión, verbo populachero y retórica antiimperialista. Pero fue construyendo su propia imagen.
Se dice un “obrero”, conduce su camioneta, se burla de su mal inglés y de quienes lo llaman “Maburro” por sus frecuentes gazapos, baila salsa, bolero y reguetón, y es muy activo en las redes sociales.
Su discurso moderado y capacidad negociadora como sindicalista, canciller y vicepresidente de Chávez, mutó a agitadas arengas contra sus adversarios, a quienes remeda e insulta con desparpajo.
Se declara católico, es apasionado del béisbol y de adolescente fue guitarrista de una banda de rock. Sus opositores aseguran que nació en Colombia, pero él remarca que es caraqueño.
Está casado con la exprocuradora Cilia Flores, a la que llama “primera combatiente” y con quien baila en los mítines. Es padre de “Nicolasito”, miembro de la Asamblea Constituyente de 27 años, fruto de un matrimonio anterior.
Recibió formación comunista en Cuba en los años 1980 y con frecuencia viaja a la isla.
Buscando refrescar su imagen, el coro de “Vamos Nico” se impuso en su campaña, mientras bajaron las referencias a su mentor.
En 2013, la canción de campaña decía: “Chávez para siempre, Maduro presidente. Chávez te lo juro, mi voto es por Maduro”.
Hoy, dice el estribillo de un pegagoso reguetón: “Todos con Maduro, lealtad y futuro. El pueblo manda con Maduro”.
Fuente: Agencia de Noticias AFP/NA
Discussion about this post