Leonardo S. Sosa – Posadas (Misiones) Señora Directora: En estos días los concejales posadeños están rediscutiendo el Código de Nocturnidad, en mi opinión, con la finalidad de obtener en él una nueva fuente de recursos para la Municipalidad con multas y, en muchos casos, responsabilidades extensivas a los padres. Una pretensión de las autoridades comunales locales que ya se vio frustrada hace dos años, cuando los ediles de la oposición reformularon esas normas, pero excluyendo el propósito de gravar a progenitores y tutores.
Ello fue del disgusto del Intendente, quien se vio forzado a vetar la ordenanza e insistir con el texto que había sido rechazado (con algunas modificaciones en su texto, probablemente), a la vez que desconoció las otras reformas necesarias introducidas a la redacción original sancionado hace alrededor de una década. Ahora, superado ese mal trago y con una nueva composición del Concejo se pretende avanzar sobre ese aspecto que fue rechazado por los ediles de entonces — aún siguen en mandato varios de ellos– y con la seguridad de que ahora serán más permeables a aquella propuesta.
Me parece correcto que se introduzcan cambios a la norma impulsada durante la gestión de Jorge Brignole al frente de la comuna, porque hay muchos comportamientos que quedaron desactualizados y otros nuevos que deben contemplarse. Pero ese propósito de mejoramiento normativo debiera ser el móvil de los cambios que pretenden introducirse y no lo recaudatorio o el revanchismo de lo que no pudo ser, tal como podría interpretarse de lo que se ve y oye en las múltiples voces de quienes tienen interés en este análisis.
No hay que olvidar que hay cambios que en lugar de mejorar una norma vigente, sólo sirven para profundizar las diferencias entre quienes por su condición social u otros motivos gozan de ciertos privilegios y los que no tienen esa posibilidad. Como ocurre en otros casos, es como que hubiera jóvenes de primera y jóvenes de segunda, con un grado de discriminación tolerada, aunque ella sea injusta y dependa del humor de un funcionario de menor nivel o quien admite cada clientela.
Vale la introducción de algunos controles y responsabilidades diferentes entre jóvenes y padres, pero toda norma debe ser realista y facilitar la socialización, la diversión y la responsabilidad de los primeros, sin ser para nada represiva. Algo que lamentablemente muchos avalan y aplauden, siempre que los infractores y las víctimas sean los otros.
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