Los niños vivieron una jornada de pinturas y pinceles como si estuvieran en un cuento. En Nemesio Parma hay una escuelita rural, es la Escuela 484. Asisten 200 alumnos, un número muy grande para ser rural, pero hay muchos niños en los barrios aledaños que concurren a ella, cuenta con las dos modalidades, mañana y tarde y jornada completa.
Como son muchos niños el establecimiento tuvo que armar un grado en el viejo laboratorio. Y como a las Monarcas nos encanta ponerle color a la vida fuimos con nuestros pinceles a regalarles a los niños un poco de nuestra magia. Bueno nosotras solo pintamos, pero ellos lo vivieron como un cuento de hadas. Mientras avanzábamos en la pintura, y a medida que iban apareciendo las formas, las exclamaciones de asombro y alegría de los niños iban llenando nuestros corazones.
Nos enteramos de ellos a través de Fernando Meza, el presidente del Concejo Deliberante, que nos invitó a participar en este hermoso proyecto para embellecer el aula. Se encargó de todos los aspectos para hacer esto posible.
Llegamos temprano, bajamos todas las cosas que la gente nos acercó para ellos, llevamos leche, azúcar, provistas, ropitas, juguetes, incluso galletitas y pastafrola. También les llevamos unos postrecitos y yogurt. Cantamos a la bandera, saludamos a los niños y de inmediato nos pusimos a trabajar, porque queríamos terminar antes de que se retirara el último turno.
La ansiedad los desbordaban ¡querían pintar! Así que de inmediato comenzamos con las tareas, un grupo pintaba en las galerías en los pequeños caballetes para pintor, otro grupo, el de los más grandes pintaban los bancos, y otros colaboraban en el aula. Cuando terminaron de pintar los bancos, de un hermoso color verde agua, cada uno de los niños decoró su lugar en ellos. Ordenados, respetuosos, era el momento que más habían esperado. Todos los animalitos de la selva quedaron plasmados pintados por ellos, obvio que firmaron su pequeña obra. Y que sorpresa la mía al ver cómo muchos de ellos traen innato el arte, nos sorprendieron Arón, Sole, Camila, Caterine y otros más que no recuerdo sus nombres.
La lluvia ese día no pudo opacar la jornada de arte, a pesar de las distancias, el barro y el clima era un día esperado y todos estuvieron presentes. Las galerías estaban colmadas de niños pintando, yaguaretés, tucanes, aguará guazús, loros, monitos, coatíes y más. Porque con el arte también se puede enseñar, y también se puede concientizar, el tema fue animales de la selva y cómo preservarlos.
Juan Ramón es el maestro de tercer grado a la tarde y cocinero todos los días, durante la mañana nos hizo con su grupo chipa cuerito, al mediodía el rico guiso prometido y por la tarde pastelitos. Las maestras, demostraron su entusiasmo y emoción, porque realmente se sienten comprometidas con los niños y sus necesidades. La directora Patricia Fabio tenía los ojos vidriosos, yo creo que en algún momento alguna lágrima se le escapó, claro que podríamos decir que era la lluvia no más.
Al final del día nos llenaba ese sentimiento, de que lo hicimos. Y la verdad les digo que no solamente los niños estaban felices, nosotros también.
Los docentes se sumaron al aula como espectadores y colaboradores, las Monarcas trepadas pintando sueños en una pared blanca, el mismo Fernando subió a pintar, otras Monarcas que no podían subir trabajaron a nivel del piso, se ocuparon con los niños de los bancos y dejaron su arte en una columna.
Fue un verdadero trabajo en equipo por y para los niños y obviamente también para nosotros que lo disfrutamos tanto como ellos.
Colabora
Claudia Olefnik.
Artista plástica.
Responsable
del Taller Monarcas.
En Facebook. 0376-4720701
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