La realidad se va imponiendo a fuerza de datos concretos. La tabla de excel de la mesa chica del Gobierno nacional va quedando de lado de la mano de los datos duros, de la desaceleración del consumo y la ascendente conflictividad social.
La agenda que se había marcado el oficialismo ya no expresa la geografía completa de una economía en crisis. Los brotes verdes no pasaron del primer estadío, si es que existieron, y hoy todas las luces de la economía son rojas.
Inflación rampante y fuera de los márgenes oficiales, deuda en pesos y en dólares crecientes y sin techo, balanza comercial deficitaria y en franco ascenso, desaceleración del consumo, apoyo social en baja, todo frente a un imponente marco de ajuste progresivo cuya velocidad se acelerará en breve con más suba de tarifas, más despidos directos o solapados bajo la figura de los retiros voluntarios.
El problema ya trasciende a Cambiemos, en realidad excede a cualquiera de las agrupaciones políticas. El problema vuelve a ser la economía, pero fue tremendamente traccionado por el poder político de turno.
Fue nutrido con la monumental ausencia de un plan que abarcara cada uno de los aspectos de la economía nacional en el contexto regional y el global. El problema es económico, pero es alimentado a diario con las falsas expectativas y los irresponsables discursos políticos.
El drama es la economía, pero crece, por ejemplo, gracias a la imprudente invitación a tomar créditos atados a la inflación o al precio del dólar.
No se pide en esta columna que el Estado se vuelva paternalista, de eso intentamos salir. Pero convendría que el Estado y sus dirigentes políticos, se hagan cargo de sus monumentales yerros y actúen responsablemente.
No puede el Gobierno pedir una cuota más de sacrificio a la sociedad si no tiene claro el rumbo, si no entiende hacia dónde nos conduce el mercado merced a la inacción política, si no admite que hasta ahora gobernó guiado por la soberbia por un par de tempranas victorias.
Cada aspecto de la economía argentina revela hoy un capítulo de crisis que, a su modo, deja al desnudo que la película que nos vendieron como épica es en realidad una de terror.
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