Favorecidos por el programa PPD de la ONU, buscan convertirse en un centro de referencia en materia de planificación de novedosos mecanismos que puedan utilizarse en las chacras misioneras.Mediante el Programa Pequeñas Donaciones impulsado desde la Organización de las Naciones Unidas a través del PNUD, Misiones ha sido beneficiaria de fondos para fomentar el desarrollo de acciones comunitarias que tengan un impacto global. Una de esas experiencias se dio en Capioví, con el proyecto Polo de Desarrollo Educativo-Rural y Productivo Agropecuario Forestal-Sustentable.
PRIMERA EDICIÓN dialogó al respecto con Celso Limberger, uno de los impulsores de este proyecto, quien comentó que dentro del Profesorado de Ciencias Agrarias y Protección Ambiental planificamos una fuerte articulación teórica-práctica, aplicada en un campo experimental de Capioví, que cuenta con 17 hectáreas en las cuales se desarrollan trabajos de investigación donde aplicar la teoría.
En ese contexto, desarrollamos un programa de producción de abonos orgánicos sólidos y fertilizantes líquidos, donde recogemos del monte distintos tipos de microorganismos y bacterias, los cuales son multiplicados a través de un proceso de alimentación con distintos tipos de energías. Con eso logramos una aceleración de los procesos de descomposición y mineralización de la materia orgánica para producir el abono, con el objetivo de trasladarlo hacia los pequeños y mediamos productores, explicó Limberger.
Con respecto los fondos del programa de la ONU, recordó que nos presentamos en 2014 en el Programa Pequeñas Donaciones, con el componente de la formación académica de grado pero, al mismo tiempo, a través del campo experimental buscamos desarrollar tecnologías apropiadas y apropiables para la ruralidad.
En cuanto a las experiencias novedosas, Limberger destacó que tenemos también un sector de producción de cerdos, que los enlazamos con un pequeño biodigestor que genera energía alternativa, biogás, con lo cual lo que intentamos es, a partir del calor generado con el gas, calefaccionar las salas de maternidad.
En materia de producción apícola, este Diario habló con Fernando Muller, otro integrante del equipo, quien relató que contamos con un centro de estampado de cera, con lo cual es posible reutilizarla. Se saca de su cosecha, se funde a través de un proceso de limpieza, se filtra mediante varias técnicas y, después de todo el proceso, se entregan las láminas de cera a quienes mandaron el producto en bruto.
De esta manera, se beneficia al productor con un ahorro en el cambio de la cera, porque usualmente debería cambiar el 33 por ciento de los panales por año. Se le cobra solo un porcentaje para mantener las instalaciones, pero vuelve al mismo productor su propia cera. Es algo que le da calidad y seguridad. Además, con el sobrante, se fabrican velas artesanales que se venden en las ferias, aportó.
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