Graciela María Martínez tiene una pasión que contagia a toda la familia. Pintar, diseñar, dibujar y trabajar la madera. El arte comienza en casa.Desde lo más profundo del corazón es cuando surgen las cosas más bellas, tal cual lo que le sucede a Graciela María Martínez cuando comienza a crear.
La encontramos en la Feria de Spacio Mujer después de muchas idas y venidas, hasta que me decidí gracias a una amiga. Ella me inscribió y se aseguró de que estemos, confiesa quien tiene más de arte que de exposición, pero que asegura que está preparándose para brillar.
Desde el taller de su casa donde disfruta cada momento, Graciela trabaja con el reciclado y la pintura sin dejar atrás sus comienzos como tejedora, tanto al crochet como a dos agujas.
Si comienzo a recordar mis inicios me emociono, me hacen llorar porque fue mi tía Venancia, la que me crió y en sus rodillas comencé a hacer madejas y tejer. Estoy convencida que es ella la que me transmitió esta pasión por todas las manualidades, relata una historia en la que esa tía es protagonista y continúa presente hoy en cada creación.
Era tan activa y creativa que cuando dejaba su almacén para viajar a Buenos Aires Venancia se hacía llamar Benedicta porque se sentía así, bendecida. El taller de Graciela no podía llevar otro nombre que La Benedicta.
Atenta a ese llamado es que el emprendimiento lleva no solamente el nombre sino también dos destacados que hacen referencia a la tía: Almacén de inspiraciones y Un legado del alma.
Me encanta todo lo antiguo, me gusta reciclar, trabajar con madera, a veces me preguntan: ¿por qué lijás tanto?, yo solamente deseo que sea hermoso y me sumerjo en mi trabajo sin darme cuenta del tiempo.
Más allá de llevar innata la facilidad manual, Graciela estudió pintura y también incursionó en vitrofusión. Sus trabajos decoran y al mismo tiempo son útiles en la casa o la oficina, no me gustan los souvenires que no tengan trascendencia porque si no se ocupan van a parar a la basura. Me gustan mucho las cajitas para el té.
Es tal la pasión de Graciela que contagia a toda la familia, con el tiempo, mis hijas ya en la modernidad trabajan en lo que saben. Morena, la más chica, es la que ayuda con los diseños, fotos e impresiones; mientras que Luciana, la más grande, se encarga de la sublimación, estampas, tarjetas, set para jardines… Y mi esposo César trabaja con palets, es su hoby y hace trabajos hermosos.
Así un producto de La Benedicta puede tener la intervención de los cuatro o al menos de dos miembros de la familia.
Sin dejar de recordar, Graciela advierte que así como su tía tuvo que buscar una alternativa para sumar un ingreso más al hogar, ella también comenzó así. Tejía pullóveres cuando estudiaba. Un compañero me pidió que le teja uno y no paré de hacer. Tantos hice que llegué a tener conmigo varias tejedoras. Fue en la época en que todo era tejido, casi como ahora que tiene una vuelta.
Hoy, la apuesta es poder seguir disfrutando del día a día haciendo lo que más le apasiona.
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