La crisis económica se impone a fuerza de cachetazos. La misma compra en el mismo lugar y bajo las mismas condiciones difiere mucho en precio de un mes a otro, de una semana a la siguiente.
Andamos corriendo detrás de los precios y, cuando parece que vamos a asomar la cabeza, otra vez el porrazo de las góndolas, las tarifas, las prepagas, los combustibles y todo lo que se lleva puesto los cada vez más empobrecidos salarios del trabajador argentino.
Así anda la mayoría, haciendo números en la cabeza, sacando de acá para cubrir allá y después vemos.
En las antípodas el Gobierno nacional, que en plena jornada de debate legislativo para ponerle un tope a las tarifas se le ocurre instalar el tema de la reelección presidencial de Mauricio Macri en 2019.
El poco tacto que viene mostrando el oficialismo en las últimas semanas se evidenció con fuerza ayer de la mano de la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal.
Frente a un país lastimado que espera una buena de parte de la alianza del cambio, a la mandataria del distrito con más peso específico se le ocurrió adelantar que Macri buscará la reelección en 2019 y que ella trabajará para que así sea.
Bastante clara quedó la intención de desviar la atención y redirigir el tema del día. El Gobierno pretende que la sociedad no piense y menos hable de los precios del primer mundo para servicios de cuarta.
Intenta que la sociedad no perciba que no existe un plan que mejore las expectativas siquiera en el mediano plazo. Busca que la tensión no se sitúe sobre el ajuste y sí en la discusión política. Pretende que no se vea que el mercado le está imponiendo la agenda.
Hace mal el Gobierno en volver a confiarse, en volver a pretender que gobernar es fácil y que resolver los problemas estructurales de la falta de proyectos depende de la buena onda.
Pretender que los argentinos hablemos de la reelección de Macri a estas alturas y en este contexto nos devuelve con contundencia la realidad de que de fondo nada cambió.
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