Pablo Martín Gallero – Puerto Rico (Misiones) Señora Directora: De Darío Sztajnszrajber: ¿Qué es la posverdad? Aunque la verdad no exista se generan como consensos para establecer que determinadas ideas pasen como verdaderas; todo el mundo sabe que está todo armado, pero todo el mundo necesita y quiere creer en eso igual, porque le cuaja, porque le sirve, porque entrama con sus intereses.
¿Cómo opera esa posverdad? En el mundo de los medios opera de una manera que es posible de ser explicada tomando un concepto de Foucault que es imprescindible para entender cómo funciona el poder. Foucault trata de correrse de una concepción represiva del poder.
¿Quieren entender cómo funciona el poder hoy? El poder no reprime, sino que normaliza; no es que viene el poder y dictamina lo prohibido y lo permitido, sino que el poder va construyendo nuestra forma de pensar, haciéndolo normal.
¡Que fuerza tienen los medios en este efecto de normalización! Van construyendo formatos de pensamiento; la información es lo de menos, los contenidos fluyen por todos lados, las estructuras con la que pensamos la realidad. Uno tiene la sensación de que la realidad ejecuta lo que los medios establecen como formas de pensamiento.
Algunos ejemplos: primero: pensamiento binario; sos macho o hembra, sos K o anti K, no hay matices. Segundo la exaltación de los estados de ánimo, el efecto telenovela, si hay un problema de tránsito es que vas a perder el día arriba del colectivo; si hay conflictos de inseguridad tenés que salir armado de tu casa. Dispone nuestro ánimo al servicio de lo que el poder necesita más que de lo que lo que nosotros después vivimos. La rapidez en el lenguaje y en los tiempos, son dos características que hacen que los medios normalicen.
Para Foucault la normalización tiene que ver con el hecho de que una norma se establezca como si fuese normal. Normal no hay nada en este mundo, si algo es normal es porque proviene de una norma, y si hay una norma es porque alguien la puso, y alguien la puso porque le conviene porque le sirve.
¿Cómo salimos de esto? Foucault dice donde hay poder hay resistencia, pero ¿qué pasa si el poder cuando se ejerce necesita ejercerse siempre sobre una resistencia que él mismo construye? No seremos nosotros los insensatos que muchas veces cuajamos en la resistencia que el poder necesita que nosotros seamos. No solo les estamos dando de comer, lo hacemos crecer. ¿Cómo salirnos de este esquema?
¿Cómo poder ser algo realmente diferente, anómalo que rompa la norma y no que encaje en los enemigos que el poder necesita tener, qué quiere tener y le conviene tener? ¡Hay formas!
Deconstruir más que construir, partimos de la idea de que una realidad normalizada nos instala categorías y criterios como si no pudiesen ser de otra manera, cuando uno deconstruye pone todo en cuestión, y se da cuenta de que lo que uno cree hasta absolutamente cotidiano, propio de su realidad diaria, esos conceptos básicos de los que uno nunca dudaría también pueden ser deconstruidos, ir mostrando que en el fondo son construcciones que pueden ser de otro modo.
Con la crisis de la política tradicional parece haber ganado la antipolítica, no solo en los estratos institucionales del estado, gobernados también en los medios, en el sentido común hegemónico que se fue construyendo, parece que un medio de comunicación que quiera romper contra la normalización, es una oposición de la antipolítica, que es la repolitización de la realidad.
Hoy nadie expresa mejor esta lucha que el feminismo, sobre todo el concepto de que lo personal es político. Esto significa que donde el poder nos convence de que no hay que hacer política, en esos lugares donde el poder nos convence de que no hay que hacer política, es donde más política hay que hacer, donde más lugar tiene que hacerse la resistencia, por eso un medio que se pelee contra la normalización es básicamente un medio que entiende que lo personal es político.
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