Hoy quiero compartir un modelo que nos anima a obtener mejores resultados de otra manera. Es el modelo OSAR, del maestro Rafael Echeverría.
El modelo debe su nombre a la sigla que describe sus componentes: Observador, Sistema, Acción y Resultados, haciendo además un juego con la palabra osadía como una actitud a tener siempre presente al momento de perseguir sueños y proyectos.
Aunque parezca obvio, muchas veces se nos olvida, que nuestros resultados dependen de nuestras acciones. Si al evaluar un resultado nos sorprendemos, decepcionamos o simplemente no logramos lo que queríamos alcanzar, la primera clave para modificarlo está en la acción.
Nuestro cerebro escudriña el pasado, por eso encontrar las acciones tras los resultados puede ser sencillo y si esos resultados fueron dolorosos es más fácil todavía.
Echeverría -para superar el prueba y error- propone hacernos preguntas para entender por qué ocurrió lo que ocurrió, reflexionando sobre las acciones que nos condujeron a estos resultados que queremos cambiar. Son preguntas dirigidas hacia nuestro campo de acción, no para poner la culpa en los demás.
Este es un aprendizaje de primer orden, suficiente en algunas ocasiones, pero limitado a la acción puntual de que se trate.
Si queremos ir más allá, nos encontramos con dos determinantes ocultos del comportamiento humano, difíciles de detectar porque no los vemos espontáneamente: observador y sistema.
El observador que somos es la forma como hicimos sentido de la situación, sentido desde el que operamos hasta lograr esos resultados. Es difícil detectar el tipo de observador que hemos sido, que vamos siendo. Y aún más complejo es comprender las fuerzas sistémicas que influyeron en lo que hoy vemos, en el presente como un resultado.
Estos cambios más profundos, aprendizajes de segundo orden, requieren un cambio en el observador (yo) para que cambie la acción y por lo tanto el resultado. Aún así algunos cambios en uno mismo son más superficiales que otros por ejemplo, cambios de conocimientos o adquisición de nuevas capacidades. Los cambios más profundos son los transformacionales, tras los cuales somos personas distintas que observan el mundo de otra manera.
Este cambio que es el más profundo se produce cuando trabajamos en nuestras creencias, nuestros valores e incluso en nuestra propia identidad.
Y si finalmente, ni cambiando yo puedo obtener el resultado que deseo entonces tendré que cambiar el entorno: dejar mi trabajo, busca ayuda para que cambien mis relaciones familiares, divorciarme, dejar de trabajar por cuenta ajena y emprender
Nos enseña el maestro Rafael Echevarría que Ser adulto es tener la capacidad de generar resultados para mí, para mi familia, mi entorno y para la sociedad.
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