Indigna a cualquier ciudadano racional tener funcionarios nacionales que gastan millones en cualquier otra acción de menor trascendencia con docentes que deben mendigar para dar de comer a cientos de alumnos.Desde hace varios años, casi dos décadas, se creó un programa denominado El Hambre Más Urgente cuyo fin era garantizar un refuerzo alimentario en las escuelas, como apoyo a los programas de comedores escolares provinciales en el ámbito de Educación, que vienen de mucho antes, producto de los vaivenes económicos que castigan a los que menos recursos tienen.
Con el correr de las gestiones políticas al frente del Ejecutivo argentino, la urgencia del nombre de la acción estatal se fue desvirtuando hasta llegar al inicio de este 2018 con un trimestre sin que la Nación gire los fondos económicos a las pocas escuelas incorporadas aún a este programa.
Sucede que un puñado importante de establecimientos educativos en la tierra colorada, tiene al comedor escolar subvencionado por la Provincia, sin una actualización de la cápita a pesar de la fuerte inflación que acumula el país.
Pero, mal que mal, el dinero se deposita a las escuelas que deben hacer malabares con los escasos dineros para pagar las deudas con los proveedores, tratar de comprar refuerzos alimentarios hasta la siguiente llegada de las partidas y buscar que alcance para toda la población escolar. Tranquilamente una directora de escuela de Misiones podría manejar la economía del país con la magia que hace para dar de comer a los alumnos.
En el caso del Hambre más Urgente, para la gestión de la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley, no es tan literal la necesidad alimentaria. Atiende a menos escuelas y lleva los primeros tres meses de 2018 sin girar los recursos. Las escuelas que dependen pura y exclusivamente de la Nación, acumulan solo deudas y amenazas de corte de provisión por parte de proveedores que les hacen el aguante desde hace varios meses.
Mientras se espera la difusión de los datos de pobreza por parte del INDEC, se viene especulando con un crecimiento de la misma en lo que va del año. Eso significa que muchos niños y adolescentes que no logran tener un plato de comida en sus hogares, buscan en la escuela tener al menos un desayuno, un almuerzo o una merienda para aguantar hasta el día siguiente mientras sea de lunes a viernes.
Indigna a cualquier ciudadano racional tener funcionarios nacionales que gastan millones en cualquier otra acción de menor trascendencia con docentes que deben mendigar para dar de comer a cientos de alumnos en la tierra colorada.
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