Ernesto Doedderer / Posadas (Misiones) Señora Directora: Muchas personas, sin distinción de sexo ni de edad, mantienen latente el entusiasmo por dedicarse a un hobby y que no es otra cosa que un pasatiempo, una afición hacia el coleccionismo de algo que le despierta el interés con una pasión única, que le permite sentir una satisfacción especial y muy propia, que otros no logran entender por no sentir esa sensación personalizada.
Aquella persona que tiene una inclinación por coleccionar es como si se apartara por momentos- del mundo, de la sociedad que lo rodea y esto sucede simplemente porque en su interior fluye el entusiasmo que muchas veces se siente afectado por quienes atentan contra el mismo, frustrando esa ilusión por lograr el objetivo buscado.
Es que, una vez más, aparecen en los kioscos de revistas y periódicos, varias colecciones especialmente relacionadas a vehículos de diversos diseños y épocas, claro está, en pequeña escala. Pero sucede que de pronto aparece la propuesta del armado de un vehiculo a escala 1:8, cuyo tamaño final sería de unos 50 centímetros aproximadamente y la cuestión está en que el primer número tiene un costo muy asequible, que a su vez viene acompañado con hermosas ilustraciones en colores que entusiasman hasta al más indiferente.
Ahora bien, lo que no se le informa al entusiasta interesado, que no duda en sumarse a los muchos que harán lo mismo que él, es que la colección completa es de más de 100 fascículos y con un precio que va aumentando, produciendo un efecto negativo en muchos que comenzaron desconociendo ese dato y vieron frustrado su entusiasmo, su ilusión que nació en su momento como todo principiante en el hobbismo.
Lo curioso es que esas colecciones no son producción nacional, sino de origen oriental y llegan al país a muy bajo costo, pero descontando los aranceles aduaneros-, aparecen los oportunistas de siempre y aplican su precio muy abusivo.
Lamentablemente esos individuos se creen astutos, pero al poco tiempo sufren pérdidas económicas por la cantidad de abandonos en la compra del producto.
Qué bueno e interesante sería si esas colecciones estuvieran al alcance de los interesados, porque entonces muchas personas especialmente chicos y jóvenes-, tendrían un pasatiempo sano y creativo, incluso permitiría que muchos padres compartan más tiempo con su hijo y en familia, costumbre que se fue perdiendo por distintos motivos.
Tal vez, con el correr del tiempo, empresarios argentinos tomen la iniciativa y se dediquen al rubro y sean razonables en el costo del producto made in Argentina, para favorecer a sus clientes y también pensando en la exportación.
Aunque suene a utopía, nada es imposible si hay voluntad y optimismo.
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