En el artículo pasado refería al Modelo OSAR, estructura reflexiva, que parte desde la pregunta para mejorar los resultados, haciendo conscientes las acciones que nos conducen a ellos.
Convencida que cuando confío doy lo mejor de mí, sostengo que la confianza es un ingrediente principal en la receta emocional para lograr que tanto personas como equipos se expandan convirtiéndose en las mejores versiones de sí mismos.
Les propongo, poner en práctica el modelo OSAR y colocar la confianza como un resultado deseable: ¿Qué acciones la construyen?, ¿Qué acciones la destruyen?.
Si bien la respuesta es compleja, existe un conjunto de competencias conversacionales que nos permite llegar a ella.
Las organizaciones en general y las empresas en particular, son una red de conversaciones, en conversación con un entorno, cada vez más complejo y desafiante. La efectividad de la empresa/organización depende de la calidad de sus redes conversacionales: dime como conversas y te diré cuáles son tus posibilidades y limitaciones.
Las competencias conversacionales de los miembros de un equipo, y de forma central las de su líder, determinan la salud conversacional de ese sistema humano.
Algunas de esas competencias conversacionales operan en el nivel de la acción. Sin embargo, su ámbito de influencia más poderoso está en estos dos determinantes ocultos de nuestro comportamiento que refería el domingo pasado: el observador y el sistema.
A partir del aprendizaje de una forma de escuchar cualitativamente diferente, modificamos la forma como los observadores que conforman un equipo se conciben entre sí. Invirtiendo cierto tiempo en comprender en profundidad lo que le pasa a un otro con el que tengo un desencuentro, logro mover mis posiciones iniciales, abro las opciones, nuevas oportunidades surgen, construyendo confianza.
A la vez, dedicar un cierto tiempo en mostrar al otro mis inquietudes, le permiten acercarse a lo que me importa, comprender decisiones que eran inexplicables antes de esa escucha profunda, construyendo confianza.
Por ejemplo, una decisión unilateral, tomada a la otra orilla del río, en apariencia amenazante e incomprensible, tras una conversación de posibilidades, se conceptualiza de manera diferente. Aparecen alternativas, antes invisibles, surgen buenas ideas, se genera conectividad, construyendo confianza.
En lugar de pensar la confianza como una taza de porcelana que una vez rota nada la puede reparar, -conversación en la que estamos condenando relaciones, equipos, personas, oportunidades de negocio, entre otros-, elijamos ver la confianza como una masa de arcilla, en la que las manos dedicadas de todos los involucrados pueden trabajar para hacerla fuerte, elástica, consistente con los desafíos a los que se enfrenta el equipo.
Hoy en día, en que nos preguntamos por las relaciones que sostenemos con el universo, donde parecen derrumbarse todas las confianzas, es más importante que nunca recuperar la fuerza de la transformación a través del aprendizaje. Podemos aprender a desarrollar confianza, a preservar la confianza conquistada. Es clave si queremos empresas productivas, organizaciones eficientes, y personas que crezcan juntas entorno a una misión común.
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