Mi infancia, adolescencia y algo más la pasé al lado del Paraná en la ciudad de Rosario, disfrutando su belleza, aunque la pesca nunca llamó mi atención hasta hace casi dos años, en que pesqué un lindo pez.Se dice que el pescado es el único animal que se agranda después de muerto, porque tiene un tamaño al ser pescado y otro más grande cuando lo cuenta el pescador, por la capacidad de agrandar de los pescadores.
Un dicho dice Nunca se miente tanto como en la guerra, después de pescar y en la campañas políticas, y yo lo comprobé cuando tuve que explicar a amigos el tamaño del surubí que pescamos; –
¡Se me iban las manos para agrandar su tamaño!-, sólo buscaba reírme un poco más y dar una pequeña envidita a los otros.
Mentir es comunicar pensamientos SIN honestidad, debilitando toda unión social de manera más o menos irreparable, porque perdemos la confianza entre los individuos.
Una mentira muy bien formulada con detalles minuciosos, puede ser confundida con una verdad provocando incertidumbre.
La noche pasada vi a alguien andando sigilosamente por el jardín de mi casa…, por lo que llamé a la policía e informé la situación, me preguntaron de todo, si el ladrón estaba armado, de qué calibre era el arma; si estaba solo; si estaba dentro de casa; etc., les aclaré que no sabía si tenía arma. Me dijeron que no había un patrullero para ayudar, pero que iban a mandar a alguien cuando fuera posible, si pasaba algo vuelva a llamar…!!!! Dos minutos después llamé nuevamente y dije calmado: … No se apuren, ya maté al tipo con un escopetazo en la cara, le volé la cabeza.
-Pasados tres minutos había en mi calle 5 patrulleros de la Policía Federal; un helicóptero; el defensor del Pueblo, el fiscal, 2 patrullas de Defensa Civil, reporteros de Televisión; fotógrafos; 1 diputado, 2 concejales y un grupo de derechos humanos.
Dentro del tumulto la Policía agarró al ladrón in fraganti.
Un oficial aproximándose me dijo: Creí que había dicho que había matado al ladrón, -yo le contesté-: Creí que me habían dicho que no tenían a nadie disponible para mandar. Autor desconocido.
Una mentira siempre perjudica a uno mismo y a otras personas, si no lastima a una persona en concreto, perjudica al grupo social pues el que falsea traiciona las relaciones entre personas.
Hay mentiras por omisión pues se esconde algo esencial, otras veces porque no se sabe y no le conviene mostrar que no se sabe, por ej. los plásticos que usamos tienen un grado mínimo de toxicidad, pero el gran inconveniente es que esa toxicidad se transmite a las próximas generaciones, sin saber exactamente qué daño producirán, tener conciencia de la toxicidad de los plásticos afectaría a cientos de fábricas alrededor del mundo y millones de trabajadores.
El Ministro de Gobierno de la Alemania nazi, durante la segunda Guerra Mundial J. Goebbels, elaboró una particular estrategia propagandística por considerar que cuando se comunicaba algo repitiéndolo sistemáticamente, es decir una y otra vez hasta el cansancio, se podía transformar cualquier mentira en verdad, generando así la famosa frase de miente, miente que algo quedará.
Este funcionario de A. Hitler decía que una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad, debemos cargar sobre el adversario sus defectos y errores, respondiendo el ataque con ataque y si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan, e implantaremos un modelo de ocupación y destrucción.
J. Goebbels inculcaba que Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos, cuando más grande sea la masa a convencer, más pequeño es el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa, además tienen gran facilidad para olvidar.
Por otro lado dijo M. Montaigne El mentir es un vicio maldito, si conociésemos el horror y el peso de la mentira la perseguiríamos hasta la hoguera, por lo que los mentirosos merecen ser quemados en la hoguera.
Este concepto extremo de considerar la mentira como una lacra para castigar incluso con la muerte, tiene lógica pero dejaría sin cabeza a todo el mundo, porque todo el mundo miente.
Toda convivencia social duradera muchas veces depende no, como Montaigne dijo de decir toda la verdad, sino también de un colchón de mentiras, que no siempre hace perder la esencia de lo que se dice y aliviana la convivencia.
No deseo justificar las mentiras dichas habitualmente, sino entender por qué lo hacemos, en algunos aspectos la convivencia no existiría si se dijera toda la verdad, ¿Cómo reaccionaríamos? si a cada paso expresáramos lo mal que nos caen las personas, o lo feo que les quedan sus atuendos, o lo inútil que son sus esfuerzos.
También es bueno tener en cuenta la forma en que se dice la verdad, los seres frontales si exageran pueden escupir sus verdades transformadas en agresiones; por lo que debemos decir nuestra verdad pacíficamente.
La intención o el fin que perseguimos al decir mentiras puede ser para destruir, o para divertirse, o para beneficio, o para evitar un mal mayor, por ej. no todas las personas están capacitadas para entender y recibir toda la información, ni todos deben saber todo, podemos tener un familiar con una enfermedad grave o terminal, que por conocerlo estoy seguro que si le digo toda la verdad precipitaría su muerte por depresión.
De igual forma también debemos evaluar el momento en que se debe decir algo, no todo se puede decir en todo momento, por ej. no conviene contar chistes en un velorio.
La verdad y la mentira están inseparablemente unidas para lograr algún propósito, donde el aumento de una neutraliza a la otra.
Lo que sí, el valor y el significado de una conversación se pierde cuando las personas mentimos.
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