El Manifiesto Liminar de la Reforma del 21 de junio de 1918, de la que se cumple su primer centenario, constituye la piedra angular del pensamiento universitario que brega desde entonces por una sociedad más inclusiva y justa a la que se debe por entero porque de ella proviene y a ella debe volver.Pensar la Universidad fue mucho más que un simple slogan sino el verdadero motor de la universidad pública y de su continua evolución. Esa transformación permanente ínsita ya en la Reforma nos lleva hoy en el siglo XXI a interrogarnos y desarrollar un profundo debate sobre la áreas necesarias y estratégicas para apuntalar el desarrollo social, político, económico y cultural de nuestro país.
Nos seguimos apoyando firmemente en los principios irrenunciables de la Reforma de la Universidad que son su carácter de pública, autónoma, gratuita, cogobernada, plural y con libertad de cátedra. Ésa fue entonces y aún es hoy nuestra concepción de la educación superior como un derecho de todo el pueblo y como un bien público y social, y en consecuencia una obligación indelegable del Estado.
La excelencia en materia académica, de investigación y de generación de conocimientos debe seguir constituyendo el eje rector de su desarrollo. Pero lejos de encerrarnos en una torre de marfil, la transferencia de esos conocimientos que se verifica de forma cotidiana en nuestros claustros también nos pone de lleno frente a la realidad argentina y nos vincula de forma directa con organizaciones sociales altamente posicionadas para analizar las necesidades de la población a través de la extensión universitaria.
Estos ejes rectores de la educación superior deben ser extensivos a todos los niveles educativos. Conscientes de la necesidad de elevar el nivel de la enseñanza secundaria la UBA está muy atenta a la excelencia de los establecimientos dependientes de nuestra Universidad como el Colegio Nacional de Buenos Aires, Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, Instituto Libre de Segunda Enseñanza y la Escuela de Educación Técnico Profesional en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria. Pero a nuestro entender faltaba claramente un nuevo perfil de escuelas técnicas preuniversitarias orientadas a las múltiples disciplinas tecnológicas de avanzada propias del siglo XXI. Y así fue que por primera vez en muchos años creamos un nuevo establecimiento secundario de orientación tecnológica. Y lo enclavamos en Villa Lugano, en el corazón mismo de una zona altamente vulnerable, para que fuera cercano a la gente y para demostrar una vez más que la educación de calidad es uno de los mejores caminos para la inclusión y la justicia social. Y reforzamos esta apuesta educativa con la creación del CBC en la misma zona para darle cuerpo real y músculo a aquello que muchas veces se queda en consigna, de una educación al alcance de todos y en particular de los más vulnerables.
A cien años de aquella reforma revolucionaria que luego hizo su camino, suscribimos la necesidad de abrir debates, de seguir adaptándonos al devenir de los tiempos y a las necesidades de la sociedad argentina. La Universidad debe formar graduados científicos, técnicos, profesionales y académicos pero también ciudadanos críticos y comprometidos con los valores democráticos, con sus instituciones y con el desarrollo social, político, económico y cultural de su país, siempre en el marco de respeto de los derechos humanos y de la pluralidad de ideas que es un signo distintivo de esta Universidad.
Porque como bien dice el Manifiesto Liminar: Los dolores que quedan son las libertades que faltan. Y para eso trabajamos. Para colmar los vacíos e injusticias desde el lugar de la enseñanza y la investigación de excelencia en todos nuestros claustros y más allá de ellos.
Por Alberto Barbieri
Rector de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
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