Dos años de convicciones, optimismo, buenos deseos y soberbia. Dos años de mentiras, falsas expectativas y endeudamiento. Dos años de andar sin un plan más que pensar que serían exitosos porque no eran lo que había antes. Dos años de echar culpas hacia atrás. Dos años diciéndonos que lo peor ya había pasado. Dos años y pico de mentirnos a todos terminan en este dolor que viene atado de una brutal verdad. Lo peor está por pasar.
El flamante ministro de la Producción Dante Sica llega al Gobierno con dos polémicas bajo el brazo.
La primera es que su consultora, Abeceb, tiene un contrato millonario con el ministerio que acaba de agarrar.
La segunda es que en abril de este año, y todavía como consultor, anticipaba un escenario más o menos desfavorable (no tan grave) para Argentina y que ahora, ya con el traje de ministro, suelta livianamente: Este segundo semestre será mucho más difícil: vamos a tener que mirar con mucho cuidado a las PyME, porque la crisis cambiaria ha llevado a tomar medidas extremas, lo cual genera estrés y golpes.
El combo de boludear dos años con la buena onda (Melconian dixit) y ponerse serios cuando ya es tarde se llevó puestos a miles y miles de argentinos.
Sin ir más lejos el Instituto Nacional de Estadística y Censos difundió esta semana los índices de desempleo del primer trimestre que se instaló en 9,1%.
Afirma el INDEC en su informe que el leve incremento en los últimos meses obedece a factores estacionales. Pero nunca blanqueó que, comparativamente con el último trimestre de 2017, la desocupación subió casi dos puntos. Y tampoco aludió a los puntos que subió de la mano de la brutal devaluación del último mes y medio.
Ya es tarde. Ahora sólo queda contabilizar la distancia entre el dolor de la mentira y la brutal verdad esperando que quienes quedaron atrapados en el medio se recuperen lo más rápido posible.
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