Sin duda el rediseño y la transformación del sistema educativo es uno de los grandes desafíos contemporáneos. Si bien en toda América Latina se están llevando a cabo reformas que apuntan a una educación inclusiva y de calidad es poco claro qué se entiende por “calidad” y me pregunto si esto incluye aspectos que lleven a nuestros niños a ser mejores ciudadanos y mejores personas.
Ken Robinson, educador, escritor y conferencista británico refiere que “del mismo modo que la era industrial creó su propia escuela, la era del conocimiento emergente requiere de un nuevo tipo de colegio. Básicamente porque la educación industrial ha quedado desfasada. Sin embargo, actúa como un enfermo terminal que niega su propia enfermedad. Ahogada por la burocracia, la evolución del sistema educativo público llevará mucho tiempo en completarse. Ahora mismo sigue estando compuesto por tres subsistemas principales: el plan de estudios (lo que el sistema escolar espera que el alumno aprenda), la pedagogía (el método mediante el cual el colegio ayuda a los estudiantes a hacerlo) y la evaluación, que vendría a ser el proceso de medir lo bien que lo están haciendo”.
La mayoría de los movimientos de reforma se centran en el plan de estudios y en la evaluación. Sin embargo, “la educación no necesita que la reformen, sino que la transformen”, concluye este experto. En vez de estandarizar la educación, en la era del conocimiento la tendencia es que se personalice.
Esencialmente porque uno de los objetivos es que los alumnos descubran por sí mismos sus dones y cualidades individuales, así como lo que verdaderamente les apasiona y es en este espacio en que las prácticas restaurativas, como las rondas de diálogo, permiten encontrar el saber para hacer emocionalmente en el mundo que viene.
Uno de los pilares de este nuevo paradigma educativo restaurativo es la “educación emocional”, en tanto conjunto de prácticas, enseñanzas, reflexiones, dinámicas, metodologías y herramientas de autoconocimiento diseñadas para potenciar la inteligencia emocional y saber por qué reaccionamos de la manera en que lo hacemos frente al conflicto y la violencia.
El paso de comunidades retributivas a comunidades restaurativas es el camino que lleva hacia la paz social.
Colabora
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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