Desde el momento de la concepción de un hijo llegan las preocupaciones, que se van transformando y ajustando según pasan los años a cada etapa de sus vidas. Todos los momentos son de gran importancia y es necesario crecer con ellos, porque a ser padre nadie aprende antes de serlo. No existen manuales, sino experiencias, los valores heredados y el amor.
Saber en qué momento están listos para enfrentar solos la vida dependerá de muchos aspectos y, seguramente, se encarará con el corazón en las manos. Pero más cuando su futuro y sus sueños penden de dejarlos volar siendo adolescentes. Como Tais Morello, y tantos otros bailarines, cuyo talento no encuentra espacio en su tierra y deben migrar en busca de oportunidades.
En enero pasado, con sólo catorce años, Tais recibió una beca para el “Workshop Internacional Latinoamérica Baila”, en la Vassiliev Academy of Classical Ballet, en Nueva York, Estados Unidos. Allí un gran mundo se abrió ante ella, al punto que este fin de semana la encontró en Hong Kong, para ser parte del concurso Star of Canaan Dance International Ballet Competition 2018, al que lleva una versión de “Pájaro Azul”, preparada por el maestro Andrei Vassiliev, y una de “Luz de Luna”, con música de Claude Debussy, de Manuel Ruiz.
Obviamente nada fue fácil. Para ella significó mucha más disciplina y trabajo; para su familia, la osadía de dejarla partir. “Teníamos tanta incertidumbre sobre cómo se iba a dar, pero ella es muy madura, dijo ‘me quiero ir, me quiero ir’ y así fue, hasta ahora le preguntamos y repreguntamos cómo está, sabe que si no está bien puede volver”, contó su mamá, Silvia Benítez.
E hizo hincapié en que “es muy difícil, más en la parte emocional, el estar sin los padres, pero lo está sobrellevando. Siempre nos dice, ‘si fuera por mí los llevaba a ustedes junto, porque son lo único que me falta, después tengo todo, casa, comida’”.
Además, detalló que Tais vive en Nueva York, en una pensión junto a otros chicos, donde comparte una habitación con una compañera. “Ella se ocupa de cocinarse, de ir al supermercado, la beca contempla estas cosas y de cumplir con sus clases, de entre cuatro y cinco horas, para las que debe estar por lo menos sesenta minutos antes para calentar, que incluyen clásico, puntas, Pas de Deux, repertorio, jazz, nutrición e historia de la danza”, dijo la mamá.
Y reconoció que fue muy difícil dejarla ir, tanto en lo afectivo como en lo económico, pero “ella era una más acá, no tenía el apoyo que merecía, entonces se sacan fuerzas de donde no se tiene, aún cuando todo se haga cuesta arriba, porque si bien la beca contempla gran parte de los gastos, no incluye transporte, indumentaria ni las zapatillas de punta, que cada una cuesta 100 dólares y Tais utiliza cuatro o cinco por mes, una por semana”.
“Apostamos a ella porque vemos su talento, ella me dice ‘no me veo haciendo otra cosa mamá’ y pensar que todo empezó como un juego, a mis hijos los llevaba a básquetbol, ella empezó con danza árabe, la vio un profesor, Miguel Ríos, y me recomendó llevarla a clásico, porque tenía condiciones, a los seis años hizo la audición en el Centro del Conocimiento y entró, enseguida absorbió la disciplina”, apuntó Silvia.
Asimismo, recordó que el día que audicionó para el Latinoamérica Baila se habían programado tres días de taller, “por las experiencias que tuvimos esperábamos que los resultados se dieran el último día, entonces, como en cada ocasión, nos quedamos en el estacionamiento con mi amiga, era nuestro punto de encuentro en el Centro del Conocimiento, como ahí no tenemos señal, salimos cuando imaginamos que terminaron y empezaron a entrar los mensajes diciendo que Tais había obtenido una beca del 100%, no lo creí hasta que la vi llorando, emocionadísima. Cuando terminó el taller llevé a mi hijo que habla inglés y le hice preguntar a Andrei Vassiliev por qué el anuncio se hizo tan pronto y me respondió que no pudo aguantar, que no podía creer haber encontrado lo que estaba buscando”.