Mediación
El domingo pasado referíamos a esta emoción y la necesidad de escucharla para que nos guíe hacia lo que necesitamos satisfacer.
A veces, aunque no exista un problema puntual, nos pesa la monotonía, vemos la vida de color gris, estamos en la llamada “zona de confort” que prefiero llamar “zona de seguridad”, un estado mental que no permite nuestro crecimiento personal y todos aquellos fenómenos vinculados con el aprendizaje de conductas que nos llevan a la satisfacción con el modo en que vivimos.
Aunque esta zona de seguridad pueda parecer agradable -ya que nos permite seguir en “piloto automático”-, no es un lugar suficientemente estimulante. A la larga, no salir de ella puede provocarnos un vacío, cierta apatía y hasta depresión.
Entonces ¿por qué no movernos de esa famosa zona? La mayoría de las veces es por miedo. El miedo es una emoción básica y adaptativa, que nos ha servido para sobrevivir. Sin miedo tocaríamos el fuego, o cruzaríamos la calle sin mirar. El problema se plantea cuando ese miedo sigue presente, incluso sin peligro alguno.
Lo desconocido, lo nuevo, los cambios, suelen resultar molestos por la incertidumbre que generan, el miedo a lo desconocido.
Cuando entran las partes a la sala de mediación, tal como refería el domingo pasado, llegan con muchos miedos: ¿qué será de su vida?, ¿cuántos cambios tendrán que hacer?, ¿sabrán adaptarse a la nueva vida?, algunos miedos son reales, otros imaginarios.
Como observamos en la mesa de mediación, mayor cantidad de personas está dispuesta a arriesgarse para evitar la pérdida que las que están dispuestas a hacerlo para obtener una ganancia. Parece tonto, el riesgo es el mismo, sin embargo decidimos desde el temor.
Los mediadores, en su tarea, acompañan a las partes de manera tal de poder clarificar estas emociones, a fin de identificar los intereses y necesidades que necesitan trabajar para superarlas.
De a poco, se van desenredando los hilos de la “madeja”, despejando y gestionando los pensamientos intrusivos que nos tienen atrapados, y cuando menos lo imaginamos, nos permitimos pensar ese nuevo paso.
Tengamos fe en el bien, miremos nuestros conflictos desde allí como nuevas oportunidades.
Colabora
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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