
La Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga a la obesidad infantil como uno de los problemas de salud pública más graves de estos tiempos. En el mundo se estima que existen 43 millones de niños menores de 5 años que son obesos o que tienen sobrepeso. En Argentina un 9,9% de la población infantil es obesa y en Misiones el sobrepeso ya le ganó al bajo peso.
La obesidad se entiende como el aumento de peso, en particular de grasa corporal, por un aumento de las calorías ingeridas en relación con las gastadas, es decir, existe un consumo de alimentos excesivo y falta de actividad física que lo compense. Si esta situación persiste en la edad adulta, hay mayor probabilidad de padecer enfermedades crónicas no transmisibles, como diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, hígado graso, enfermedades articulares, hipertensión arterial e hipercolesterolemia, entre otras. Además, puede desencadenar en problemas de autoestima, depresión y problemas de comportamiento en el niño.

¿Por qué sucede esto?
El mundo actual es sedentario. La tecnología facilitó muchas de las cosas que antes se hacían “a mano” y que representaban un gasto de energía y un esfuerzo físico. La preocupación por la inseguridad en las calles hace que los padres prefieran mantener a los niños seguros en sus casas jugando en la computadora o mirando tele, mientras que, en épocas pasadas, el juego al aire libre era una buena forma de que los niños realicen actividad física.
Por otro lado, el exceso de comida chatarra que consumen los niños predispone a un aumento de peso y un déficit de nutrientes esenciales. La principal causa de la obesidad y el sobrepeso, entonces, es la combinación de un estilo de vida sedentario con una dieta de muy baja calidad.
Colaboración Lic. En Nutrición
María Romina Reckziegel
M.P. N° 291