
Dice el viejo axioma que el delincuente siempre vuelve a la escena del crimen. Así fue en este caso, aunque no por la “pulsión delictiva”, si no más bien por una necesidad: tomar el colectivo. Y el maleante tuvo tanta mala suerte que la mujer a la que había robado un mes atrás lo reconoció. Terminó detenido y, además, humillado: se encontraba junto a su mujer e hijo.

Para entender la insólita historia hay que remontarse a las 7.15 del lunes 9 de julio, feriado nacional. A esa hora, la víctima, una joven de 26 años domiciliada en el sur posadeño, aguardaba por el colectivo que la llevaría de regreso a casa en la parada de Sarmiento y 25 de Mayo, a metros del Mercado Modelo La Placita.
Según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, la mujer contó que entonces fue interceptada por un maleante que la tomó del brazo y le sustrajo una mochila en la que guardaba su teléfono celular, las llaves de casa, documentos suyos y de su pareja, tarjetas de crédito y débito, un secador y una ‘planchita’ para el cabello, además de 2 mil pesos en efectivo. El ladrón escapó en motocicleta.
La víctima radicó denuncia en la comisaría Cuarta, pero no volvió a tener novedades. El tiempo pasó y la joven se recuperó anímicamente del shock, aunque nunca olvidó ese rostro. El destino iba a sorprenderla.
El último jueves, a las 20.30, la casualidad volvió a llevarla hacia la misma parada de colectivos. Aguardaba por el retorno a casa cuando su memoria se activó. A pocos metros, junto a una mujer y un niño, un hombre también esperaba por el ómnibus. Lo miró de reojo. Volvió a mirarlo. El mismo rostro. La misma persona.
En la nueva denuncia la mujer joven dejó asentado que percibió que el ladrón también logró reconocerla. Lo notó porque, al cruzar miradas, el hombre se puso nervioso y se alejó a varios metros de la parada. Sin embargo, después, al ser llamado por sus familiares, regresó e intentó hacerse pasar por uno más. Hasta le preguntó si ya había pasado la línea por la que aguardaba junto a su pareja y el pequeño.
La víctima resolvió intervenir. Llamó por teléfono a su pareja y le contó lo que sucedía. Mientras ese hombre viajaba en motocicleta hacia la parada para asistirla, el delincuente y su familia abordaron un colectivo de la línea 23.
Eso no lo iba a salvar. Es que la pareja de la denunciante no tardó en llegar y juntos iniciaron una sigilosa persecución del ómnibus. El maleante se percató de lo que ocurría, por lo que se bajó junto a su familia en avenida López y Planes y Areco, donde abordó un taxi. Llegó a recorrer 14 cuadras, hasta que la pareja “justiciera” cerró el paso y le explicó al taxista lo que sucedía.
El sospechoso no tuvo tiempo de escapar y fue reducido por los hombres frente a su propia familia. Los efectivos de la comisaría Decimotercera no tardaron en atender al llamado de la víctima, llegaron y detuvieron al acusado.
El joven de 24 años resultó domiciliarse a escasas cinco cuadras de la parada donde habría perpetrado otros tantos hechos delictivos. Parecía creerse impune pero el destino, al final, terminó por costarle la libertad.