“Existe una única e infinita verdad, de la cual el hombre logra vislumbrar apenas unos débiles destellos dentro de un mar inagotable de luz infinita”, así comienza el libro de Blas Américo Rivas, un hombre al cual un deseo llevó a buscar el centelleo más resplandeciente, allí donde la tradición Inca late con fuerza y uno de los sitios arqueológicos más enigmáticos que se hayan descubierto, Machu Picchu. Un viaje tan mágico como la posibilidad de cumplir un anhelo, cuya historia merecía reflejarse, por eso la contó en “Mi último sueño”, que presentó recientemente en la Feria del Libro de Apóstoles.
En la vida de Rivas hubo tiempos extremadamente difíciles, como en la de muchos; los caminos lo llevaron a Pidapoy, donde trabajó hasta el último día de la acopiadora de cítricos y allí se quedó, custodiando estructuras que los años fueron derruyendo, peleando contra el hambre y la indiferencia por los hijos, pero con el alma activa, con el corazón desbordante de afanes, porque la vida termina cuando este decide apagarse.
Fue ante sus alumnos en una escuelita de Loreto, donde fue docente durante una década, cuando Rivas confesó su deseo de llegar a este rincón del mundo. En esa oportunidad solicitó a sus alumnos un trabajo práctico que consistía en plasmar sus sueños para cuando sean grandes, cada uno de ellos escribió en pocos renglones un proyecto futuro y al finalizar la clase fueron los niños los que impusieron la consigna al maestro que ya rondaba los 65 años y estaba pronto a jubilarse. “Tiene algún sueño por cumplir”, preguntaron y, como es imposible contener una respuesta a tan sinceras palabras, respondió: “Sí, conocer el monumento arqueológico construido por los Incas”.
Esto llegó a oídos de su familia y con 74 años sobre sus hombros, en compañía de su hijo Mario, lo lanzó a la aventura de viajar, en forma particular, porque resultaba mucho más económico y el no verse sujetos a un tours les permitía muchos más recorridos, incluso la posibilidad de elegir un camino de ida y otro para el regreso, cubriendo incluso todo el Norte de Argentina, partiendo desde Posadas, pasando por Salta, Jujuy, Chaco, luego cruzar el Paso Jama y acceder a Chile.
Entonces “la idea del libro nació porque al vivir tantas cosas juntas quería contar sin egoísmos, sobre todo a mis nietos, todo lo que significó, pero también dejar un mensaje para la posteridad. Viví demasiadas cosas, no se pueden contar en media hora, ni en una, tampoco en una semana.
Entonces decidí escribir y que cada persona pueda seleccionar día por día la lectura y, sintéticamente, se vaya enterando lo principal, palabras que sirvan para la sociedad, para cambiar pensamientos”, confió el autor.
Y, con la emoción desbordando en su rostro, agregó que todo tomó aún más consistencia cuando “en el medio del Titicaca, navegando, el Uro Marcos se dirigió a mí, le prometí que escribiría un libro, que lo nombraría en agradecimiento al pensamiento profundo que me transmitió con su mirada”.
Todo esto se refleja en el texto, que es mucho más que una crónica, porque cada kilómetro lleva a Rivas a una nueva reflexión, sobre su vida, la de quienes lo rodean, el país, “porque estando fuera es inevitable la comparación”, entonces terminan siendo páginas con un interesante análisis sociales en el que aporta un granito de arena para pensar una sociedad mejor, en que toda su acción y con sus 74 años se vuelve ejemplar.
Algunos detalles sobre el libro
“Mi último sueño” tiene 22 capítulos y siete poesías que Rivas canta a los distintos pueblos, pensados desde la profundidad, “no relatando el viaje, sino desde lo vivido, las esculturas que vimos en los museos y las lectura que tuve en ese hermoso país, entonces tuve que agregar un apéndice que aporta una conclusión, las reflexiones filosóficas y la despedida”, detalló.
Y deseó que se convierta en una herramienta para “que mi país retome el bienestar, que sea capaz de influir en el pensamiento de mucha gente para encaminarnos en una república de paz, de trabajo, porque tenemos tanto para producir y no se hace”.
“Ver la gente de Perú, honesta, humilde, sacrificada, que tiene una inflación mínima a pesar de la escasez en la que se mueve, viviendo de la minería y el turismo, inevitablemente lleva a comparar nuestra realidad, tenemos tierras y potencial, pero no aprovechamos las oportunidades”, acotó.
“Es ‘Mi último sueño’, lo traía desde chiquito, cuando leí la primera historia de los Incas. Los admiraba, con el transcurrir de los años eso se fue profundizándose hasta que se concretó definitivamente allá en Loreto, cuando dictaba clases a mis alumnos y para inspirarlos que a perseguir objetivos durante sus existencias para, al final de sus vidas, lograr algo positivo, les conté que anhelaba visitar, cuando me jubilara, el monumento Inca cerca de Cusco, la Montaña Sagrada de Machu Picchu”, confesó.
La vida siempre tiene una sorpresa
“Realmente tengo que agradecer a Dios por la vida y a mi hijo que me dio ese regalo tan hermoso de 18 días fantásticos”, dijo visiblemente emocionado el escritor que presentó el jueves pasado su obra en la Feria del Libro de Apóstoles y que ya tiene agendadas nuevas conferencias.
Una será el próximo 7 de septiembre, durante una jornada de lectura en el Colegio Cristo Rey de la Capital de la Yerba Mate y la otra, que promete ser sumamente emocionante, en Loreto, allí donde germinó la semilla de toda esta aventura de un hombre cuya vida sólo supo de trabajo después de que a los quince años se instaló en Posadas para estudiar Contabilidad y para sustentare vendía golosinas; hasta que se recibió de secretario comercial y con ese título lo recomendaron para trabajar en la administración de la empresa de los hermanos Carmelo y Próspero Bovino.
Los gestores de “Mi último sueño”
Editar y publicar un libro no es sencillo, por eso fueron la Cooperativa Academia Productora de Artes y Xica Arte y Diseño quienes colaboraron con este vecino de Pindapoy.
Seguramente este es sólo el principio, Blas Américo Rivas es un hombre que desborda espíritu docente, que lleva sobre su espalda años de sacrificio, pero también de experiencias que sabe y disfruta compartir, por eso escucharlo se convierte en una oportunidad para conocer sobre la historia, las costumbres, los aciertos y errores de la sociedad.