Hoy, el Ministerio de Educación de la Nación convocó a los referentes sindicales para intentar aproximarse a un acuerdo que restablezca el servicio académico en las casas de altos estudios, entre ellos en la Universidad Nacional de Misiones.
Como suele ocurrir en situaciones como estas, el Gobierno acusó a los gremios de llevar adelante medidas políticas, sin entrar en detalles respecto a una oferta de incremento del 15% cuando los profesores piden 30% y la inflación en el país podría llegar al 35% o más.
Pero los salarios son apenas una parte de este conflicto, ya que se suman las transferencias retrasadas para el funcionamiento básico de las universidades. Al punto que, en las últimas horas, se conoció que la Nación remitió a mediados de julio la mitad de la cuota de febrero, marzo, abril y mayo. Con lo cual, esos fondos quedaron afectados por el efecto inflacionario.
Ni hablar de los recursos para obras comprometidas en algunas de las casas de estudios.
El “combo” de reclamos tuvo mucha fuerza y adhesiones en distintos puntos del país a través de las distintas unidades académicas que se movilizaron, como en el caso de Misiones, donde cada facultad de la UNaM salió a las calles a explicar los puntos más sobresalientes de la protesta.
Lo que no logran entender quienes tienen capacidad de decisión y la lapicera para firmar las transferencias es que, en la pérdida de días de clases por el paro, hay muchos afectados. Especialmente los miles de estudiantes que recibirán menos conocimientos, muchos de los cuales tardarán más tiempo en cumplir con el plan de estudios y los exámenes; incluso para recibirse. Sin olvidar el esfuerzo de las familias por apoyarlos económicamente.
En definitiva, si se paraliza la educación, nos vemos afectados todos.