En ediciones anteriores se había explicado cómo el arquetipo del gato expresa el mundo de lo instintivo, según lo aseguraba la terapeuta junguiana Helen Luke. Cuando se le preguntó por qué el gato es un símbolo de lo femenino ella precisó lo siguiente: “Desde un punto de vista positivo la independencia del gato representa la libertad emocional que tiene toda mujer que se niega a apegarse a personas o situaciones y que elige no mentirse a sí misma. En ella conviven la aparente suavidad y fragilidad con la fuerza y el coraje, como las patitas de algodón de los felinos hasta que sacan ¡las uñas!”.
Todas tenemos nuestro “gato interno”, explica Luke, que simboliza las reacciones instintivas fuertes y poderosas, y que es necesario conocer para no hacernos daño.
Luego transformar esa fuerza para convertirla en amor y ternura, sin sentimentalismos. Debemos aprender a usar las garras no para dañar a otros o a nosotras mismas sino para destruir las ratas de la oscuridad.
Qué representan las “ratas de la oscuridad”
Dos aspectos: uno, las hordas de pensamientos negativos que nos invaden y devoran sin que nos demos cuenta, y que provienen del inconsciente colectivo sobre la victimización de la mujer. Esta asume la mentalidad del ratón cuando se identifica con el rol de víctima, sufriendo hasta el paroxismo. Otras se identifican con el ratón victimario que destruye a los más débiles que ella.
Lo importante es tomar conciencia que todas tenemos, en mayor o menor grado, ese lado oscuro en la sombra y a partir de ahí iniciar el largo proceso de búsqueda del “gato sagrado”, que habita en el corazón, para sacarlo a la luz.
Se puede invocar a ese “gato sagrado” cuando se está invadida por depresiones y tensiones, aceptando esas emociones, luego observarlas con neutralidad. A continuación, dice Helen Luke, darle una forma escrita o pintada exactamente como se percibió, para comprender su mecanismo, entonces seremos liberadas de su dominio. El gato sagrado espanta al ratón.
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Hilda González
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