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Tal como había sucedido en la causa que se le sigue por el homicidio del mecánico Aldo Cantero (31), Néstor Fabián “Negro” Rojas (52) rompió el silencio. Y nuevamente se dijo inocente.
Esta vez fue en el marco de la investigación por el doble crimen de Sebastián Vega (35) y Rodrigo Ibarra (37), perpetrado a fines de 2015 en Posadas. Rojas se desligó por completo y apuntó a dos de los imputados que tiene la pesquisa.
“Yo no soy un asesino y no ejecuté a nadie, otros me inculparon a mí para liberarse”, le dijo ayer por la mañana al magistrado Fernando Verón, titular del Juzgado de Instrucción 3, en una declaración que duró poco más de una hora y de la que también participó la fiscal Adriana Herbociani.
Defendido por los abogados particulares Ricardo Skanata y Ramiro Riveros, Rojas incluso solicitó a las autoridades que se realicen pericias de voz para demostrar que las escuchas telefónicas que se le endilgan y que lo vinculan al doble crimen, en realidad, no son suyas si no que pertenecen a otra persona.
Según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, el acusado fue trasladado nuevamente bajo un fuerte operativo de seguridad. Esta vez el destino fue el edificio judicial de calle Santa Fe, en el centro posadeño, donde desembarcó unos minutos después de las 10.30.
Primero, Rojas escuchó el relato de los hechos y pudo contemplar parte de las pruebas que pesan sobre sus espaldas por el doble crimen ligado a un “ajuste narco”, al decir del expediente. Quedó formalmente imputado por el hecho y, entonces, tuvo la posibilidad de contar su versión de los hechos.
El acusado dijo que conocía tanto a las víctimas como a los otros detenidos que tuvo y tiene la investigación. Sin embargo, fue tajante a la hora de declararse inocente. “No soy un asesino”, insistió, tras asegurar que efectivamente entre los días anteriores y posteriores al jueves 17 de diciembre de 2015 -fecha del doble crimen- estuvo en Posadas, pero en plan de visita familiar y para cerrar algunos “negocios”.
Tras brindar su coartada, Rojas señaló directamente a dos hermanos que fueron detenidos en la causa y que, si bien gozan de una excarcelación, permanecen imputados.
Apuntó a ellos y aseguró que lo utilizaron a él -lo inculparon- para liberarse de culpas y al aprovechar que en ese momento se encontraba “rebelde” tras no regresar a la cárcel de Candelaria en el marco de salidas transitorias, por una condena por narcotráfico.
“Anduve por Posadas los días anteriores y después, como si nada, hasta que salió en los medios que yo era uno de los responsables. Entonces resolví no venir más”, sintetizó, con el objetivo de probar que no guarda relación con el hecho.
Otro punto en el que el acusado hizo hincapié fue en las escuchas telefónicas que obran en la causa. Sucede que Vega era investigado en aquel momento por narcotráfico y desde el Juzgado Federal de Campana se habían ordenado escuchas sobre su teléfono. En las mismas quedaría en evidencia que el autor del doble crimen utilizó el aparato para informar a su “patrón” que efectivamente estaba con Vega a punto de “realizar el trabajo”.
“Yo no estuve en ese lugar. Esa noche estuve con mi familia. Pido que se hagan las pericias correspondientes y van a ver que esa no es mi voz”, sostuvo el imputado, tras insistir con que se lleven adelante los análisis que el juez considere pertinentes para probar su inocencia.
Tras poco más de una hora, Rojas se retiró, acompañado por sus defensores y por la decena de policías que custodiaron la sede judicial, en razón de que es considerado un detenido de extrema peligrosidad. Ya imputado formalmente por las dos causas, sobre sus espaldas pesan por estas horas la sospecha de tres crímenes perpetrados en la provincia. La Justicia será quien tenga la última palabra.