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Desde las ocho de la mañana de este domingo, más de 7 millones de suecos estaban llamados a las urnas para votar en unas elecciones legislativas que se producen a nivel local y general, y que permitirán renovar a los 349 integrantes del Riksdag, el Parlamento unicameral sueco.
La tranquilidad con la que se estaban desarrollando estos comicios difiere por completo del resultado, bastante incierto por la igualdad entre los partidos tradicionales y el nivel de éxito que pueda tener la extrema derecha, bajo un discurso anti-inmigración.
Aunque los sondeos dan como ganador al Partido Socialdemócrata del primer ministro Stefan Löfven –el partido que ha dominado hasta ahora la política sueca–, esa suma de votos que compartiría en coalición con sus socios ecologistas y excomunistas, no le permitirían alcanzar una mayoría absoluta. De hecho, se prevé que obtenga uno de los peores resultados del último siglo.
Con poco margen le sigue su histórico rival, la Alianza de centroderecha cuyo líder y candidato a primer ministro es el conservador Ulf Kristersson. Si la ultraderecha Demócratas de Suecia decide apoyarle, hoy sería el único bloque con opciones, siempre y cuando a esta la beneficie.
La ultraderecha sueca, un partido con influencias neonazis
En las legislativas anteriores, las del año 2014, ambos bloques (socialdemócrata y ecologista, y conservadores) acordaron dejar gobernar en minoría al que tuviera más votos con el fin de frenar la influencia de extrema derecha. Sin embargo, la Alianza rechaza ahora esa posibilidad, con la esperanza de que los Demócratas de Suecia le den sus votos o bien se abstengan en una posible votación parlamentaria.
Eso sin contar cuánto supondrá el ascenso real de la ultraderecha. Y es que otros sondeos colocan a los Demócratas de Suecia como segunda formación, por detrás de los socialdemócratas de Löfven. Su objetivo hasta ahora ha sido atraer a los asalariados medios, a los pensionistas e incluso a los primeros electores, con un discurso crítico con el primer ministro por haber abierto las fronteras a la migración, cuando sienten que es una amenaza económica y cultural.
Suecia, país nórdico de 10 millones de habitantes, ha recibido desde 2012 a 400.000 migrantes. Primero bajo el mandato de centro-derecha de Fredrik Reinfeldt, y después con Stefan Löfven.
Por eso ahora, en estas elecciones, está en juego seguir la línea del sistema o bien romper y dar protagonismo a una ultraderecha nacida en los 80 y con influencias neonazis que año tras año tiene más presencia.
Fuente: AFP y Medios digitales