Yvonne María Elena Pierron es recordada por su lucha por defender los Derechos Humanos y su solidaridad. A un año de su partida, que se cumple hoy, quién mejor que Matilde Gerzely, la mujer que la cuidó y con quien vivió buena parte de su vida, ya sea en Dos de Mayo y su amado Pueblo Illia, o los últimos seis años en su casa del barrio Santa Rita, para recordarla y brindarle un merecido homenaje, en una entrevista exclusiva con PRIMERA EDICIÓN.
Matilde la recuerda con mucho amor y se emociona cuando habla de Yvonne: “Ella fue y será siempre mi familia, era como mi mamá, fue mi consejera y mis hijos la consideran como su abuela”, cuenta muy emocionada.
La conoció en Dos de Mayo. “Cuando llegó al pueblo tenía poco más de 50 años, la trajo el padre Ricardo Buiak y nos presentó a mi hermano y a mí. Ella eligió quedarse en mi casa, no quería estar en la parroquia, quería estar cerca de la gente, ayudar a la gente”, recuerda.
La describe como “un ser extraordinario, tengo total admiración por ella, su historia, como hay pocas, la vida de lucha que tuvo Yvonne toda su vida, dónde estuvo, en el lugar que estuvo, luchó siempre por el más necesitado. Ella recorría las colonias, ella iba viendo la necesidad de la gente y la ayudaba”.
Por ejemplo, explica que Pierron “vio que Pueblo Illia necesitaba un albergue, porque los chicos que tenían que estudiar vivían lejos, y le dieron una casa ñanderoga, y ella empezó un albergue que era de madera, se arreglaban como podían, estuvo 25 años allí. De mi casa siempre iba y venía, mi casa siempre fue la suya”, remarca.
Matilde explica que Yvonne Pierron era una mujer de fe “y esa fe siempre la llevó a ayudar a los demás, entregó todo, dejó todo, ella fue una verdadera discípula de Dios, dejó todo y se dedicó a ayudar al pobre. Decía que ‘si no servía para ayudar, no servía para vivir’. Era una mujer de mucha fe. ‘La felicidad de las personas está en ayudar y servir a los demás, ponerse al servicio de los hermanos’: ese era su lema”, revela Matilde.
Cuenta también que, durante los años que vivió en Misiones, viajó en varias ocasiones a Francia, pero nunca quiso quedarse allí, siempre volvió, “tanto que cuando se enfermó, la vinieron a buscar, vino la superiora de su orden, y ella pidió quedarse. Me preguntaron si podía quedarse conmigo y, por supuesto, acepté: ella era como mi madre, la sentía como mi familia, ella sigue siendo parte de mi familia, fue y será como la abuela para mis tres hijos. Durante los seis años que vivió conmigo en Posadas, la cuidamos”.
“La extraño mucho, pero la recuerdo con cariño todos los días, ella está conmigo siempre”, finaliza Matilde.