Al menos eso es lo que se desprende de las crónicas policiales en las que se leen crímenes aberrantes e innecesarios, sin importar la edad de las víctimas.
Para peor en los casos en que alcanza a jóvenes y niñas infinidad de veces el victimario es un allegado cercano o familiar. Donde no se respetan lazos de sangre, de amistad o cercanía.
No sé bien qué puede hacerse para prevenir estos hechos, en los que la droga o el alcohol tienen su cuota en la tragedia. Aunque a veces también son el producto de venganzas, planeadas y alevosas; o también de algún cónyuge despechado o alejado del hogar.
¿Qué nos pasa para haber llegado a estos extremos que ignoran la condición humana?
José Manuel Soto
Candelaria (Misiones)