Hoy es el Día de la Madre, una fecha en la que todos la sentirán y vivirán de maneras diferentes: algunos la agasajarán, otros querrán llamarla o simplemente podrán recordarla con una sonrisa perfumada con un suave roce de nostalgia. Aún su ausencia se transformará en la estrella más brillante, en un paisaje que sólo se podrá contemplar en silencio o aquel poema que se podrá leer con un suspiro.
Sin dudas, muchas personas sentirán que el simple sonido de sus palabras se convierte en el regocijo donde se calman muchas angustias, en ese manantial de agua mansa donde cansados de tantas injusticias, sus hijos buscarán el refugio de sus mansas aguas.
Ella siempre tendrá los brazos más fuertes, suaves y abiertos para descansar. “No te preocupes, siempre hay una salida” o “tranquilo, va a pasar, ya vas a ver”, son palabras que se transforman en mágicas y poderosas cuando salen de la boca de una madre, cuando brinda consuelo al alma desfallecida.
Su inmensa ternura convierte la angustia en un agradable momento, si ella está a nuestro lado, como guardiana silenciosa que acompañará nuestros pasos.
El cariño de una madre puede cuidar a sus hijos mientras estos sueñan y es capaz de levarse desde el más allá para acariciarlos en una brisa y protegerlos con su sombra. Es el llorar en silencio por una incomprensible ausencia, es la sonrisa abierta y desinteresada, que sólo brinda amor a través de su mirada.
Otras veces, su sola caricia se transforma en el ungüento que aplacará cualquier herida, que los hará recordar en aquello momento de cuando eran niños, corrían desinteresadamente para aferrarse a su frágil figura y sentir el abrigo y el consuelo que sus brazos.
Porque la sola presencia de una madre llenará de vida y alegría a cualquier hogar, donde su encorvada figura encenderá todas las mañanas, mientras los pájaros le cantarán cuando aquella bella dama comience a regar sus plantas, entonces el rosal no soportará ver tanta hermosura y al verla pasar, sus lágrimas mojarán sus pétalos y la tierra mojada ofrecerá su aroma en un fresco ambiente que reflejará su amor.
Una madre es la que enseña que Dios existe a través de sus palabras, las que nos hace más humanos, donde la maldad no tiene lugar y su compañía desinteresada nos regalará todo aquello que no se puede comprar.
Sus blancos cabellos reflejan esa bondad, que siempre nos hace falta y cada arruga de sus manos será la experiencia que ilumina un momento de aflicción para borrar toda duda y siempre el amor estará donde sólo hay dolor.
Será un momento donde ni el mejor de los hijos sentirá que es imposible brindarle el mejor de los regalos que recompense todo aquello que sólo existe en el corazón y en esa mirada tierna que se refleja el amor.
Hoy al cerrar los ojos volverán a sentir aquel aroma de almuerzo de un domingo, donde en la cocina, no hacía falta más que unos pocos ingredientes, su blanco delantal, sus manos y un cantar contagiante de alegría.
No hay persona en el mundo que sea sinónimo de vida, de amor, humildad y desinterés, para formar con cuatro letras mejores versos y una oración.
Pobre de aquella persona que por orgullo ignore sus palabras y haga a un lado sus consejos, porque el tiempo como castigo, aprovechará su ausencia para mostrar sus garras y no habrá ningún lamento que la pueda traer de regreso.
Por
Raúl Saucedo
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