Un impacto que se genera desde el Gobierno nacional, en cada intento por zafar a costa de los privados de ciertos problemas cuando, en realidad, sólo consiguen ganar un breve tiempo hasta ver qué más inventan para calmar la crítica situación de los argentinos.
Sin plata en las arcas, el Presidente manda a sus funcionarios a negociar “mejoras” para millones de trabajadores, a través de un bono, trasladando los altos costos económicos a las empresas, sin ningún tipo de incentivo que absorba el esfuerzo en un fin de año en el que se suman a los sueldos y aguinaldos, la inflación que roza el 50%, el incremento de tarifas de luz y agua por mencionar algunos costos que hay que hacerles frente. Peor aún se vuelven estos 50 días que le quedan a 2018 para los que deben renovar el alquiler de una oficina o local comercial o pagar un crédito por inversiones o para cubrir gastos, con intereses exorbitantes.
Hace poco, hice referencia a los populismos de derecha y de izquierda, que se acentúan cuando está próxima una campaña electoral. Y cada vez hay más ejemplos en este Presidente que parece vivir en un país diferente a la Argentina. Es más, toma decisiones que parecen, más bien, redactadas en otro planeta por bufones que lo hacen sentir cómodo en la burbuja en la que vive.
Hace unas semanas la Confederación General del Trabajo (CGT), o los gremialistas que todavía quedan en ella, amenazaron con el quinto paro general contra el modelo económico de Macri.
A través de los medios de comunicación, nos tuvimos que enterar que se “cocinaba” un bono de fin de año de $5.000, sin ningún tipo de consulta previa a las PyME del interior del país que distan mucho de ser las que integran las entidades empresarias que se sentaron a negociar ese aporte.
En Misiones, hay comercios y PyME en otros rubros que no logran levantarse del mal momento que arrastran de las asimetrías con Brasil y el Paraguay, altos impuestos y nada de apoyo oficial.
A nadie escapa que el presente es muy duro, difícil y agobiante para cientos de comercios y pequeñas empresas en la tierra colorada, que buscan todas las alternativas para escapar a la larga recesión que afrontan (y seguirán afrontando por varios meses más) como ocurre en casi todos los puntos de nuestro país.
Y que también hay otras decenas de PyME que cerraron, dejando a muchos trabajadores sin empleo. ¿Acaso ese es el camino que pretende Macri y la CGT para un alto porcentaje de los privados que agonizan por esta crisis? ¿El Estado absorberá los miles de trabajadores que se quedarán sin empleo cuando más PyME quiebren? Difícilmente sea así, cuando el objetivo es el “déficit cero” cada vez más parecido al demagógico “hambre cero”.
Reitero, el presente tan adverso no es igual para las multinacionales o grandes empresas que aún tienen “espalda” para aguantar un poco más.
Son cientas y miles las más chicas que son las verdaderas grandes fuentes generadoras de trabajo; que hacen un esfuerzo enorme por sostener el empleo formal, aún pagando los altos costos laborales que convierten al Estado en un socio de ese esfuerzo privado, con un fisco nacional que recauda para mantener un esquema que presta deficientes servicios con miles de “punteros ñoquis” a sueldo, creyendo que así el gobierno de turno puede ganar cada elección.
Los errores que se cometen cada vez más seguido, y no hay supervisión del Fondo Monetario que valga para evitarlos, dejaron hace tiempo de llamarse “medidas” en la economía argentina, le costarán al sector privado una presión fiscal récord desde enero próximo, cuando se implemente el nuevo presupuesto.
En la mayoría de los países desarrollados del mundo, las verdaderas generadoras de fuentes de trabajo son las PyME.
En EEUU, por ejemplo, el 99% de las empresas son MIPyME y proveen el 75% aproximadamente de los empleos nuevos netos que se generan cada año. Este tipo de empresas emplea allá al 50,1% de la fuerza laboral privada, agrupando el 40,9% de las ventas.
En Japón, las estadísticas muestran que las PyME representan el 99% de los establecimientos, el 77% de las fábricas instaladas y el 50,2% de las ventas minoristas del país.
En la Unión Europea, las MIPyMES son el 99% de las empresas y proporcionan dos de cada tres empleos privados, contribuyendo con más de la mitad del total de valor creado en esa región.
En Argentina, ante el déficit en las cuentas públicas, el gasto desmedido, la falta de inversiones, el crecimiento de la pobreza y la indigencia, el mayor desempleo, al presidente Mauricio Macri y a sus ministros no se les ocurrió mejor idea que subir la carga a las PyME con el bono, acentuando el riesgo de su subsistencia. Dando marcha atrás con la reducción de algunos tributos que prometió y hasta firmó con los gobernadores en un Pacto Fiscal.
Así de contradictorio es este Presidente que el miércoles 31 de octubre pasado en Trenque Lauquen (Buenos Aires) dijo en su discurso “A los que no entienden (el acuerdo con el FMI), les digo que heredamos un Gobierno con un agujero muy grande. Tenemos los impuestos más altos del mundo, hay que ir hacia la baja de los impuestos”. Y al día siguiente, en una conferencia de prensa en la ciudad de Río Cuarto (Córdoba), a menos de 24 horas, llegó a decir “Lamentablemente, una parte de lograr el déficit cero el año que viene, tiene que ver con aumento de los impuestos”.
Lamentablemente, la contradicción discursiva de campaña del presidente Macri se traslada a sus decisiones de Gobierno, por ejemplo con la creación de estos bonos masivos, buscando zafar a costa de miles de PyME argentinas que no tienen cómo zafar de la ausencia de un plan y un rumbo ciertos.
Por Francisco José Wipplinger
Presidente de PRIMERA EDICIÓN SA