
El viernes 30 de noviembre se cumplirán 45 años de la tragedia aérea que terminó con la vida del gobernador de Misiones Juan Manuel Irrazábal; de su vice, César Napoleón Ayrault; sus esposas; la hija del primer mandatario provincial y el experimentado piloto Jorge Antonio Pirovani. A más de cuatro décadas del infortunio, los descendientes de las tres familias desmembradas se mantienen expectantes y esperanzadas porque la causa que llevan adelante tiene nuevo juez. Ellos están cada vez más seguros de la hipótesis del “atentado”, que se abona con las numerosas pruebas que proveen quienes se animaron a dar su testimonio después de muchos años. Una vez efectuado el duelo, ya maduros, los hijos decidieron ir hasta las últimas consecuencias y se encuentran con que son demasiadas las evidencias esparcidas por el camino de la búsqueda de la verdad.
Pedro José Pirovani (54), hijo del piloto, indicó que pretenden llegar a la verdad real de cómo sucedieron los hechos. Con el ímpetu de las hermanas Amelia Eloisa “Mela” y María Beatriz Eugenia “Maia” Ayrault, y con el apoyo del exfiscal general Guillermo Mario Negro, a quien acercaron documentaciones sobre informes y quien con muy buen criterio hizo un requerimiento de instrucción formal dando vida a la querella y a una investigación que nunca existió.
Las tres familias lamentan que “nunca se valoró ni se tuvo en cuenta que se trataba de las dos figuras más importantes del Estado provincial como lo es el gobernador y el vicegobernador. Es evidente que había una desidia, una impronta, como para terminar con esos funcionarios”. Y es lo que expusieron en un corto audiovisual: “Lo que entendemos como querellantes a través de las pruebas que se encuentran en el expediente, cómo sucedieron y quiénes son los responsables. Si bien todavía no hay imputados, hay gente con nombre y apellido que por acción o por omisión es responsable del magnicidio”, manifestó.
Pirovani citó como ejemplo a quien fuera secretario general de Casa de Gobierno de Misiones, Jorge Rokuro Yamaguchi, quien era responsable de la Dirección de Aeronáutica, que “hizo poco y nada para llegar a la verdad. Aparte, lo vimos en determinados momentos históricos que lo ponen en una situación comprometedora”.
Comentó que cuando María Susana “Cuca” Irrazábal, única sobreviviente de la tragedia, estaba a punto de recibir el alta médica después de dos meses de permanecer internada en el Instituto del Quemado de Buenos Aires, recuperada en un 80% de las quemaduras recibidas, “Yamaguchi estaba en el lugar, y luego de la misteriosa muerte de la joven -el 6 de febrero de 1974-, se encargó de traerla en un avión del Ministerio de Bienestar Social, que puso a disposición el entonces ministro -de esa cartera nacional- López Rega, a quien vieron en Iguazú antes del presunto accidente. Y el cadáver de ‘Cuca’ no fue sometido a autopsia”. A esta situación, los familiares denominaron “el segundo atentado”. Según Pirovani, el entonces presidente del Superior Tribunal de Justicia Pedro Warenycia, instruyó al juez penal en aquel entonces, Heriberto Von Schwarzenberg, que se avoque a la causa. “Esto fue un error garrafal porque un juez de la Justicia ordinaria no tiene competencia por la materia en una investigación de un accidente aéreo, por ser exclusivo y excluyente de la Justicia Federal. Sin embargo, el magistrado se arrogó la competencia -el doctor Negro en su requerimiento dice expresamente, que nunca debió haberlo hecho, por lo cual es nulo- y pidió por exhorto a su par de la Capital Federal la autorización para retirar el cuerpo de la joven”.
Sostuvo que se trató de armar un esquema “para evitar la necropsia de ‘Cuca’ Irrazábal, que era la única que podía brindar datos de lo acontecido, pero llegaron tarde. La joven, estando internada, habló con su tía ‘Buchi’ Claro -hermana de su mamá- y le manifestó un secreto a voces: que el avión explotó en el aire. Esto es apenas algo de un montón de caminos que conducen a que efectivamente había una animosidad”.
Contó que leyendo los artículos del momento, que están agregados al expediente, queda claro que tanto el gobernador como el vicegobernador tenían una política de Estado diferente y que molestaba a intereses monopólicos importantes de la provincia. “Hicieron algo que pocos hacen, denunciar el contrabando de harina en la localidad de Panambí, en la frontera con Brasil. Creo que eso le costó la vida, además del daño que se hizo a la provincia al perder a dos personajes extraordinarios. La idea era descabezar al Gobierno y llamar a elecciones. Pero en medio de un misterio total que nunca se investigó”, declaró Pirovani.
En febrero de 2018 los querellantes presentaron una denuncia “contra Von Schwarzenberg”. Pidieron al juez que el fiscal, que es el titular de la acción pública, “vea si su conducta, al arrogarse una competencia en la materia que no tenía, encuadraría en la figura de prevaricato y mal desempeño en el cargo de la función pública”. También solicitaron la nulidad del expediente y del informe de la Fuerza Aérea, “que es absurdo de solo leerlo. No tiene consistencia fáctica, técnica, que amerite semejante conclusión: que el avión cayó porque el piloto se desorientó”.
Pasados los años, cuando los Irrazábal, Ayrault y Pirovani ya estaban en esta investigación, muchas personas “que habían perdido el miedo propio de esos años” se fueron comunicando con intensiones de testimoniar en la causa. Entienden que el tiempo transcurrido “nos perjudicó en algunas cosas que se perdieron, pero en mucho nos benefició”. “Maia” confió que un día le comunican sobre la existencia de un documento “que tiene que ver con el peritaje del avión que, creo, les puede servir. Fui, lo busqué y fue aportado a la causa. Está firmado por la Policía Aeronáutica de Posadas y señala que la aeronave nunca fue periciada por la Fuerza Aérea”.
Muchos cabos sueltos
Para los familiares no quedan dudas que se trató de un atentado perpetrado por la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) como autor intelectual y material con gente de la provincia.
Pirovani salió de Posadas y al llegar a Puerto Iguazú debía aterrizar por la pista 1.0 pero, de acuerdo a los dichos de su hijo, el radioperador de la torre de control del Aeropuerto Cataratas le cambió el ángulo del aterrizaje porque allí ya se encontraba el avión de López Rega -la versión oficial fue que a raíz de lo sucedido había suspendido el viaje-. Entonces giró y pasó por Puerto Península “donde, entendemos, estaba organizado lo que termina siendo el atentado que engloba dos hipótesis: la explosión de un artefacto dentro del avión o un disparo desde abajo”.
Para los querellantes, lo llamativo es que el avión cayó a 1.500 metros de la ruta, en construcción, y “salió un helicóptero piloteado por Maluf, que era del riñón de López Rega y de Yamaguchi, con escaso combustible. Tras ver el humo y en lugar de dar las coordenadas desde la ruta hacia donde cayó, brinda las coordenadas desde la pista, que eran cuatro kilómetros de selva cerrada” y entienden que el comisario Abdón Fernández junto al comandante de Gendarmería Nacional, Reca, y su tropa, acompañados de baqueanos, salieron de la cabecera de la pista, abriendo picadas con machetes y llegaron cerca de las 6, cuando el siniestro se produjo a las 20.20 del día anterior.
Arnulfo del Valle Ruiz Díaz, amigo de Ayrault, entregó a sus hijas dos fotografías reveladoras “que tenía guardadas para ustedes, para que vean cómo explotó y cayó. Forman parte del expediente. Muestran un claro en la selva donde los árboles están rotos sólo en ese lugar y alrededor permanecen intactos”. Del operador de la torre de control, Zenon Miño, no supieron más. Pirovani asegura que “lo busqué pero desapareció. Fue el último que se comunicó cuando mi padre puso el avión en emergencia. Tengo fuego en la cabina, le avisó. Y se cortó”. Al abogado cuesta creer el argumento “mecánico y perverso que plantean. Dicen que mi padre se desorientó porque no miró el altímetro. Declararon siete colegas y ninguno puso en duda su capacidad de piloto -además era instructor- y su responsabilidad, porque no facilitaba el comando a nadie. Siempre fue muy estricto con ese tema”. Y esa era una noche clara, sin nubosidad ni tormenta.

Un manojo de cables
Fue la madre de Pedro, Estela María “Negrita” Oria de Pirovani -así firmaba siempre- quien inició la investigación. La mujer nunca creyó en la historia de que el avión había caído porque su marido incurrió en un olvido y solicitó la exhumación del cadáver a pocos meses de la tragedia. “Hablaban de un cuerpo calcinado y cuando abren el féretro, la sorpresa fue que dentro de esos restos se distinguía la mano de Pirovani con un manojo de cables, lo que viene a corroborar el fuego en el avión. Indudablemente él trató de hacer algo para extinguirlo o ver de donde salía”. “Mela” no la puede borrar de sus retinas cuando, toda vestida de negro, “nos golpeaba la puerta de casa y decía: los mataron. Yo, con 22 años, entre mi dolor y al cuidado de mi hermana María Silvina Solange (7) le decía que vamos a investigar. Y ella investigó hasta su muerte”. Así fue que llegó a Puerto Iguazú a tratar de hablar con el operador de la torre de control, cuando en Casa de Gobierno y en la Legislatura no le abrían las puertas. Fue la que investigó que “Maluf, un piloto sumamente experimentado, salió en helicóptero, dio las coordenadas equivocadas y dijo tengo que volver porque no tengo combustible. Al bajar reiteró que no podía volver a salir porque en la localidad no había combustible. Sin embargo los depósitos estaban llenos porque venían López Rega e Isabel Perón”. Dos vecinos de la ciudad cruzaron en lancha a Foz do Iguaçu a buscar combustible y esos litros fueron suficientes para que el helicóptero saliera en la mañana. “Vas uniendo y te das cuenta que era una trama macabra muy bien organizada”, sintetizaron.
Cuestiones inimaginables
Mencionaron los dichos de la testigo “Buchi” Claro, secretaria privada y cuñada de Juan Manuel Irrazábal, que contó que tras una requisitoria del presidente Juan Domingo Perón, el gobernador misionero debió viajar a Buenos Aires y que ella lo acompañó. Manifestó que el general felicitó al primer mandatario por el gobierno y le pidió que fuera a trabajar con él, “que lo necesitaba allá”. Entendemos que “la estrategia era que si Irrazábal iba a Buenos Aires, Ayrault no podía asumir el cargo de vicegobernador porque no tenía los dos años de mandato constitucional. Llevaban apenas seis meses en el cargo”.
Añadieron que “contado por ‘Buchi’ Claro, Irrazábal se mostraba eufórico no sólo porque Perón lo había bendecido sino porque políticamente era trascendente. Llegó al hotel donde estaban alojados, le contó lo sucedido y se puso muy contento. Fue algo maravilloso para Irrazábal. Aunque la estrategia era desmembrar a la dupla porque acá se estaban tocando intereses económicos. No lo decimos nosotros, lo dijo Ramón Martos que era el ministro de Economía de Misiones en declaraciones y reportajes de la época que también están agregados al expediente como leitmotiv para llegar a ensamblar todo este rompecabezas”.
En ese regocijo, a los veinte días el gobernador llevó a Buenos Aires “una carpeta con documentación extremadamente secreta en la que se revelaba el contrabando de harina hacia Brasil. Se decía que trillaban de blanco el camino y el puesto de Gendarmería estaba a sesenta metros. Esto al punto que el diario La Nación en una nota estadística decía que Misiones tenía el consumo de harina más elevado del país, treinta kilogramos per cápita. También se denunciaban cuestiones que tenían que ver con la soja forrajera y el contrabando de armas en Cruce Caballero, San Pedro”. Llega a la gran urbe, “creyéndose ungido por el presidente, pero ya no lo recibió Perón ni López Rega sino un funcionario de tercera línea, a quien le dejó la carpeta. Y esa fue su condena. Había exteriorizado nombres y apellidos. Entre esos escritos estaban no sólo los responsables del contrabando sino los que lo autorizaban”. Pirovani está convencido “que eso fue el detonante” y que Ayrault viajó porque el mismo Irrazábal pidió al “Chango” que lo acompañe. Le quería contar la propuesta del presidente.
Escuchando desde pequeña las charlas políticas, “Mela” aseguró que lo que se manejaba es que “Irrazábal, más allá de su honestidad, estaba dispuesto a hacer un buen gobierno, pero estaba conspirando contra López Rega junto a varios gobernadores del peronismo. El entonces ministro de Bienestar Social “había hecho un cerco alrededor de Perón que era imposible pasar, entonces ellos conspiraban en secreto. Durante seis meses ese tema fue motivo de discusión entre mi padre y el gobernador porque los fines de semana y sin pedir permiso a la Legislatura -como indica la Constitución- Irrazábal salía en el avión a juntarse clandestinamente con los gobernadores en algún lugar. López Rega, que tenía armado un círculo de hierro, estaba al tanto. Y los fue matando uno tras otro. Irrazábal fue el primero”.

Dolor sin fin
Las hermanas Ana Ofelia (23) y Maia (20) Ayrault estudiaban derecho en Corrientes. A la primera le faltaba una materia y su padre estaba ansioso de que se recibiera. La segunda cursaba cuarto año y esa tarde había rendido derecho público y municipal con el doctor García. Estaba muy cansada y se acostó a dormir. Cerca de las 21 su sueño fue interrumpido porque alguien la buscaba. Era el jefe de la SIDE de Corrientes, Héctor Pons Lezica, preguntando si sabía que sus padres debían viajar. “Maia” le contestó que su madre la llamó a las 8 para desearle suerte en el examen -ritual que cumplían cada vez que las chicas rendían- y que cuando le reclamó: “Por qué no llamó papá, respondió que estamos por ir a Iguazú en auto, con el ‘Polaco’ Curka -era el chofer-, así que está en Casa de Gobierno desde las 6 ultimando detalles”.
Eduardo Fragueiro, que también cursaba abogacía, fue a buscar a Ana Ofelia a la Facultad y fueron a la sede de la SIDE. A la medianoche y por teletipo se comunicaron con “Tato” Álvarez, que era el secretario privado de Ayrault quien les confió que “las cosas no estaban bien. Fíjense quien los puede traer en un auto y vengan ya”. A las 6, cuando llegaron a Posadas, la plaza central “era un mundo de gente. Me largué del auto y las puertas de Casa de Gobierno estaban cerradas, por lo que empecé a golpear. Cuando abren me recibe ‘Mela’ y me dice: Maia, están muertos. Le acababan de dar la noticia. Ana Ofelia se desmayó. Me fui al aljibe y me arrodillé llorando mi tristeza”, recordó. El velatorio en Casa de Gobierno “fue inconsulto. Los cajones estaban herméticamente cerrados y los lloramos encima. Aún me veo en medio de los dos, llorando un rato a uno y otro rato al otro. Luego hubo una misa de cuerpo presente en la catedral, presidida por el obispo Jorge Kemerer y varios sacerdotes”.
“Mela” ya se había casado con “Nacho” Cabral, cuyo cumpleaños es el 30 de noviembre. Iban a festejar por la noche y Ayrault pidió que en lugar de asado vacuno preparara oveja. Mientras fueron al campo en busca del recado, “Mela” quedó en casa con César Dardo Cabral Ayrault (2), el único nieto que conoció la pareja. A las 9 llamó el vicegobernador preguntando por su esposa, que había ido a la peluquería, y la andaba buscando porque en lugar de viajar en auto, irían en avión. Reiteró la comunicación en tres oportunidades. A las 14 ambos llamaron para despedirse. “Estábamos en pleno asado y hacía mucho calor en el patio grande. Entro a al cocina y como la puerta de calle estaba abierta, veo a Raúl Zapelli, amigo y exintendente de Posadas. Le dije ¿qué haces acá? ¿qué me venís a contar? Te vengo a avisar que el avión está en emergencia. Abandoné el asado y fui a Casa de Gobierno. Quería interiorizarme de las noticias y nadie sabía nada”, narró. Su esposo preguntó si quería ir a Iguazú y ella pensó que “si cayeron en la selva iban a pasar días hasta encontrarlos”. Eligió esperar a las chicas que venían desde Corrientes.
“Amanecimos esperando noticias. Instantes antes que ellas llegaran recibimos la confirmación porque había arribado la primera patrulla y los encontraron muertos. Por orden de no sé quien, se cerraron las puertas de Casa de Gobierno”. Los Cabral vivían en Tucumán y Junín y “entre velatorio y entierro dije a mi esposo que tenía que juntar a mis hermanas. En menos de quince días nos mudamos a casa de mis padres donde crié a Silvina”.
Con esperanza, hasta el final
Llegado el momento piensan llegar hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para plantear el caso. El expediente original, que no alcanzaba las noventa fojas, ahora tiene varios cuerpos porque “las hijas empezamos a recordar en el patio de la casa de Mela”. Y a partir de esos recuerdos decidieron hablar con las familias de Lucio Mariano “Canco” Irrazábal y Pirovani. Por jurisdicción, el expediente estuvo mucho tiempo en Eldorado, después en Posadas y hace un año y medio regresó a la Capital del Trabajo, donde se designó al juez federal Miguel Ángel Guerrero y a la fiscal Lilian Edith Delgado.
“Queda claro que todo lo que contamos está acreditado en la causa. Todo lo que dijimos está dicho por alguien que fue a testimoniar, documentaciones y oficios contestados. Si seguimos es porque hay esperanzas y confiamos en este nuevo juez, con toda la impronta y muy objetivo”, subrayaron.
Aclararon que lo existente en el expediente “lo generamos nosotros a costa de un gran sacrificio, inclusive económico. Hubo pruebas que no producimos por no tener los medios. Para ir a Eldorado a presentar pruebas hacíamos una vaca para el combustible o pagaba Pedro. Cuando exhumamos los cuerpos un mes después la funeraria nos seguía llamando para que nos hiciéramos cargo cuando era el juzgado el que debía ocuparse”.
Cambio de planes y despedida
Pedro Pirovani contó que su papá, entrerriano de Concepción del Uruguay, viajaba mucho. El día anterior había llegado de Buenos Aires y estaba a punto de empezar sus vacaciones -había comprado un Ford Falcon Rural con el que irían al Sur-, mientras efectuaba los trámites para jubilarse. El viaje lo debía realizar el piloto “Papo” Díaz, pero le comunicaron que fue designado a pedido de Ayrault, que no se subía al avión si no manejaba el “Gordo”. Tal es así que a las 15, Jorge (13), Gerardo (11), Pedro (9), Ángela María (7) y Javier (4), y su esposa “Negrita”, se despidieron de él en el umbral de la casa del barrio Aguacates.
Cerca de las 23, su tío, “Quito” Oria, llamó por teléfono a su mamá y le dijo que “el avión en el que viajó el ‘Gordo’ está en emergencia. “Mamá se descompuso. Teníamos un Fiat 1100, ella agarró el auto, quiso arrancarlo y se desmayó. Lo vi de la habitación de arriba. Llegó mi tío junto a otras personas. Al otro día al despertarme, en mi dormitorio había un montón de personas acongojadas. Me cuentan que papá falleció. Vino mi mamá, que a los 36 años quedó viuda, con cinco hijos pequeños”.
Era empleada bancaria y trabajaba en la Caja Nacional de Ahorro y Seguro, y “nosotros nos fuimos internados en el Instituto Gentilini, en el Liceo Storni, en el Línea Cuchilla y mi hermana, en el San Basilio Magno”, recordó.