Desde el punto de vista económico, el país, los argentinos, venimos de situación límite en situación límite durante los últimos años y con más presión en los últimos meses.
Frente a ese contexto basta con observar a nuestro alrededor para advertir cómo reaccionan las personas, los políticos, las empresas y las organizaciones.
El Gobierno nacional, por caso, asegura todas las semanas que sabe muy bien del sacrificio que hacemos los argentinos para sostener la burbuja del cambio. Sin embargo no deja de apretarnos el cogote, asfixiándonos a todos, personas particulares, emprendimientos de mínima escala, pequeñas y medianas empresas y hasta firmas con peso específico.
“Entiendo que la estás pasando mal, pero igual te subo las tarifas” es más o menos y entre otras cosas el discurso y la personalidad que exhibe el Poder Ejecutivo Nacional cuando de crisis generalizada se trata.
A nivel más local (aunque no tanto), una empresa en particular viene demostrando sin sutilezas qué camino toma cuando la economía familiar se resiente. Con prisa y sin pausa el Grupo Z busca cerrar otro boletazo, sería el cuarto del año.
Claro está, a estas alturas, que la solidaridad, no cuenta en el manual del empresario Z que en todo caso posee varios capítulos dedicados a recaudar y recaudar.
Tal y como adelantara en su edición del viernes este Diario, el monopolio del transporte vuelve a la carga por un nuevo aumento del boleto, y todos sabemos que cuando comienza la maniobra más temprano que tarde logra su cometido.
Ojalá y el próximo año sea el de las bonanzas que promete el Gobierno nacional desde el primer día. Quizás entonces la voracidad del Grupo se aplaque en algo y los boletazos sean menos voluminosos y más esporádicos. Pero en el microclima Z todo puede pasar.