Poder terminar el colegio secundario”, “seguir estudiando después” y “conseguir un trabajo seguro”, ¿Lo que elijo será para toda la vida? ¿Esa carrera me permitirá ganar lo necesario para mantenerme a mí y a mi futura familia? ¿Dónde estudio?
¿Qué facultad es la mejor para esa carrera o especialidad? ¿Pública o privada? ¿Podré estudiar y trabajar al mismo tiempo? Estos son algunos de los principales interrogantes que expresaron los jóvenes que pasaron por el consultorio.
Lograr que expresen lo que piensan es el primer paso, antes de abocarse a la orientación vocacional propiamente dicha.
Tener en cuenta que éstas y otras incertidumbres son saludables tenerlas. Significa que estás en camino a una buena elección.
¿Qué es la orientación vocacional?
La palabra vocación significa “relacionado con la vocación”. A su vez, “vocación” quiere decir inclinación o inspiración especial para adoptar una forma de vida. Esto último basado en una convicción e identificación importante hacia aquello que se adopta.
La orientación vocacional está fuertemente enfocada a favorecer y ampliar las oportunidades laborales y de ejercicio profesional, dicha orientación debe también conocer las oportunidades reales de acceso al mercado laboral, su relación con los distintos programas de estudio y las habilidades o competencias que son necesarias para acceder a estos.
Se puede hablar de dos dimensiones específicas y necesarias para el ejercicio de la orientación vocacional: una centrada en conocer al individuo y la otra centrada en conocer las características de entorno donde se espera que ocurra su desarrollo profesional.
Para tener en cuenta:
Es imprescindible saber qué estás eligiendo.
Te recomiendo organizar la información.
Es conveniente saber distinguir cuándo un título es universitario y cuándo es terciario.
Debés investigar dónde se estudia lo que te interesa.
Orientarse vocacional y ocupacionalmente es un viaje, un recorrido que hacemos nosotros mismos.
Podemos invitar a alguien a que nos acompañe un tiempo en el asiento del acompañante para decirnos qué más ve del panorama, pero nunca debemos olvidar que somos nosotros los conductores de nuestra vida y que lo maravilloso de la vida es que la ruta vital se va trazando a medida que avanzamos.
En nuestra marcha, siempre es tiempo para pensar, imaginar y soñar con el sentido y la dirección que se quiere dar a la propia vida y para eso es importante saber cuál es el proyecto que se quiere poner en marcha.
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Cecilia Castillo
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