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Porque sí nomás, porque los grabé con el celular mientras pescaba, los de la patrulla de Prefectura me secuestraron en mi país, me cruzaron el río, torturaron en el monte y terminé detenido y acusado de narcotraficante”.
Milciades Rafael Espinosa González (30), es oriundo de la localidad de Yuty, departamento de Caazapá, y desde su “lugar de las espinas”, según la traducción del guaraní del nombre de su pueblo de 30 mil habitantes, ayer ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Posadas desplegó severas acusaciones a los prefecturianos que lo detuvieron en el secuestro de casi 1,9 toneladas de marihuana prensada durante la tarde del martes 2 de octubre último sobre la ruta nacional 12 en Puerto Rico.
Ante el juez Manuel Alberto Jesús Moreira, que lo juzga bajo la modalidad juicio por flagrancia, Espinosa González abrió el debate con su polémica versión de lo sucedido.
“No soy un delincuente, trabajo en la ganadería con mis padres, y estoy preso porque el lunes 1 de octubre estaba pescando en el río Paraná frente al club de Capitán Meza (Paraguay) y al ver la lancha de la Prefectura argentina en esa zona la grabé con mi celular. Los prefecturianos, frenaron y se vinieron hacia donde estaba y a punta de fusil y pistola me cruzaron a Argentina, me amenazaron de muerte y me preguntaron ‘¿por qué nos filmás?’”.
“Sólo porque los grabé me secuestraron. Me metieron en el monte, me golpearon, torturaron e insistían que me iban a matar. Me tuvieron paseando arriba de una (camioneta) Ford Ranger blanca toda la noche, mañana y tarde del día siguiente (martes 2 de octubre), sin comer, sólo nísperos y moras”.
La coartada de Espinosa González sorprendió a la sala de audiencias del Tribunal: “Mi familia hizo la denuncia en Paraguay por mi desaparición, mientras a mí me obligaban a recorrer zonas que no conocía y siempre amenazado, siempre atemorizado por las armas de la Prefectura. Sólo pensaba cómo iba a hacer para pedir auxilio”.
Pero fue aún más contundente: “El martes por la tarde, en la misma Ford Ranger, me llevaron por la ruta y me metieron a la combi (Mercedes Benz Sprinter), y con una pistola un prefecturiano me ordenó que suba al asiento del conductor y toque todo, que pusiera mis manos y deje huellas. El mismo tipo me bajó y me golpearon en el piso boca arriba, con la culata de un fusil, me lastimaron el pie y dislocaron el brazo”, ambos izquierdos.
“Además hicieron desaparecer mi celular, un J2 Prime (Samsung) con el que grabé a la patrulla en el río. Me lo sacaron junto a 427 mil guaraníes. Yo ni documento de identidad tenía encima porque estaba en mi país, sólo el carnet de conductor llevaba”.
Espinosa reconoció a su vez, ante el juez Moreira, el fiscal Pablo Ricardo Di Loreto y al defensora oficial Susana Beatriz Criado, que posee antecedentes delictivos. “Estuve preso poco más de dos años por hurto agravado en Capital Federal. Me expulsaron de Argentina en 2016 y nunca más volví. Sólo esta vez y con una pistola en la cabeza”.
El debate continuó con cuatro testigos, tres de ellos efectivos de Prefectura con asiento de tareas en Puerto Rico y un miembro de la comunidad guaraní de Marangatú, que firmó las actuaciones del secuestro de la droga, arqueo y pesaje, en total: 2.401 ladrillos en 84 bultos hallados dentro de la Sprinter, para mayor precisión, 1.831 kilogramos de estupefaciente.
De acuerdo al auto de elevación a juicio, Espinosa González está acusado de los delitos de “transporte de estupefaciente” y “resistencia o desobediencia a funcionario público”.
Fueron los tres testigos de Prefectura, de la dirección de Inteligencia, quienes apuntalaron esta postura ante el magistrado.
El primero de ellos indicó: “Estábamos de recorrida en San Gotardo, vimos la camioneta y como no se detuvo ante las señas de luces y baliza comenzamos a perseguirla por los caminos de tierra, cruzó todo el pueblo (San Gotardo) llegó a la ruta 12 y tomó el carril de sentido a Posadas. Lo seguimos hasta que se salió a la banquina y chocó un guardarrail. Yo no lo vi al conductor arrojarse, yo venía en la patrulla (Ford Ranger blanca) en el asiento detrás del chofer, Si lo vi (a Espìnosa González) ya tirado a ocho o diez metros de la ruta y fue un compañero que aseguró que se tiró por la ventanilla de acompañante”.
Señaló además que los testigos fueron solicitados en la comunidad guaraní, la detención y secuestro de la droga fue a 200 metros de las viviendas de Marangatú.
En tanto, el chofer de la patrulla declaró que todos estaban sin uniforme, con ropa de civil porque cumplen labores de inteligencia y que vio arrojarse a Espinosa González de la camioneta Mercedes Benz luego de impactar, del lado derecho del transporte, al guardarrail metálico.
Cara a cara
El punto de mayor tensión se generó tras el testimonio del oficial principal de Prefectura que encabezaba la patrulla en San Gotardo. Detalló su relato desde el puerto natural conocido como Mahurat donde vieron la Sprinter blanca sospechosa “que no frenó a las señas de luces y bocinas y se dio a la fuga sin acatar la orden. La perseguimos hasta que se le desprendió la rueda en la ruta 12 y chocó el guardarrail. Allí lo vimos tirado (a Espinosa) y pedimos apoyo porque estaba herido y la camioneta cargada con bultos similares a los de marihuana”.
La defensora oficial solicitó un careo de Espinosa González con el prefecturiano. Fue su defendido quien apuntó con su índice derecho al funcionario de seguridad federal: “Señor juez, éste fue el que me trajo en la lancha desde Paraguay, me tiró en la Ford Ranger blanca y uno de los que me amenazó y torturó”.
Mirándolo a los ojos le marcó: “Vos me hiciste entrar a la combi y obligaste a tocarla para que dejara mis huellas. Luego me rompiste el brazo y la pierna y recién después fueron a buscar los testigos”.
Sin perder la calma, el oficial de la PNA fue escueto en su réplica: “No sé qué dice este señor, el lunes (1 de octubre) yo no estaba de patrulla, ni en el río ni en tierra, estuve en la dependencia de Prefectura de actividades normales”.
La audiencia pasó a cuarto intermedio hasta el viernes para alegatos y para que el juez Moreira defina en veredicto, la validez o no de la versión de Espinosa González.