Muchos funcionarios del Gobierno nacional opinaron sobre la menor inflación de noviembre, muy ligeramente, con elogios hacia las políticas económicas y del Banco Central de la República Argentina (BCRA) como motorizador de un índice menor.
Sin embargo, más que para festejar, esos funcionarios deberían estar preocupados por ver si las mismas políticas económicas que elogian serán capaces de sacar al país de la profunda recesión económica en la que se encuentra hundido.
La “aspiradora” de pesos que generó el BCRA por decisión de su titular Guido Sandleris (hombre de confianza del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne), dejó al consumo “en la lona”. Por lo tanto, la falta de demanda en los comercios (que no saben cómo seguir adelante) provocó que muchos optaran por “liquidar” el stock del que disponen para hacer caja con las escasas ventas del mes pasado. Porque el objetivo central del Gobierno es que no haya tanta cantidad de pesos circulando, que sean capaces de provocar una nueva corrida del dólar a partir del incremento de la demanda de la moneda norteamericana.
Seguramente diciembre también mostrará un índice menor a las fuertes subas inflacionarias que se vienen soportando en la Argentina. Y por las mismas circunstancias “atenuadas” por las ventas de Navidad y Año Nuevo, el pago de los bonos y aguinaldos que pondrán más dinero en las calles.
El problema vendrá en el verano, donde la recesión seguirá fuerte en la Argentina y en el que se esperan nuevos incrementos tarifarios en distintos rubros. Allí es donde se verá qué sectores “subsistirán” al modelo económico para ingresar al “esperanzador” 2019 del que muchos esperan mejoras para el ya famoso segundo semestre.
Lo mejor que pueden hacer los funcionarios es mostrar acción para revertir las dificultades y evitar las “alegrías” innecesarias ante el padecimiento de millones de argentinos.