Fueron tentaciones que Jesús cada día tenía que superar, como cada uno de nosotros. 40 significa en la Biblia, un período largo, pero las superó gracias al ayuno y la oración solitaria en el desierto. Quizás hoy debamos dejar de comprar y ser más agradecidos
¿Qué análisis político podemos hacer de las tentaciones?
Cuenta el relato que Jesús tuvo hambre y que la tentación le indicaba convertir las piedras en pan. ¿Qué significa esto? La tentación del facilismo; cuántas veces hemos querido ganar la lotería para solucionar todos nuestros problemas económicos, o se busca en las drogas o alcohol un pasaje a otro destino.
Pensamos que el gobierno tiene que solucionar todos los problemas y dejamos de participar en las decisiones de gobierno, cuando deberíamos tener una democracia mucho más participativa, activa, no cada cuatro años.
La gente debe informarse, debe entender cada medida económica que se hace. Cuanto más atomizada esté la capacidad de decisión más grande puede ser el error. Está bien que haya un capitán en el barco, pero el capitán debe saber a qué puerto los viajeros quieren llegar. Que uno decida por millones es algo inconcebible. Habla de un paternalismo pueril que debemos de superar.
La otra tentación le dijo que se tirara de lo alto de un cerro, que los ángeles de Dios lo iban a rescatar. Es la otra actitud que tomamos a veces frente a los inconvenientes, cuando esperamos que los demás resuelvan nuestros problemas, o echamos la culpa al pasado, a nuestros padres, etc. Pensamos que el FMI o el Banco mundial, los de afuera, los dólares, las inversiones, nos tienen que venir a rescatar y no vemos la forma de resolver el problema por nosotros mismos. Esto es como los problemas psicológicos de un sujeto, si espera la solución de los demás nunca la va a encontrar, sino que debe salir del mismo sujeto, del mismo país.
La última tentación que habla el Evangelio es que les mostró las naciones y las riquezas. Nuevamente Jesús tuvo que orar para escuchar la voluntad de su Padre, que le decía, que los jefes de las naciones se portan como dueños de ellas, que los poderosos las oprimen; pero que no debe ser así, sino que el que aspire a ser más que los demás se haga servidor del pueblo. El que quiere ser el primero que se haga esclavo de los demás a imitación de Jesús que no vino para que los sirvieran sino para servir y dar su vida para rescate de la muchedumbre (Mateo, 20,24-29).
La Navidad es cuando somos capaces de pedir perdón por nuestras deudas, así como perdonamos a los que nos deben. Creo que no hace falta que aclaré que lo económico entra también.
Pablo Martín Gallero
Puerto Rico (Misiones)