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Hoy, pero hace doce años, se desarrollaba la búsqueda frenética de dos remeros en el embalse cerca de la represa Yacyretá. Luciano Barbieri (19) y Fabián Romero (18) habían salido a dar una vuelta en piragua en la tarde del 4 de enero de 2007. Partieron desde el Club Ombú Chico, pasaron las horas, se hizo de noche y no regresaron. Los amigos y familiares comenzaron a pedir ayuda a la Prefectura. Horas después los buscaban la Armada Paraguaya y las policías de Corrientes y Misiones.
Pasaron cinco días y aparecieron los primeros indicios. Unas ojotas, un chaleco y la embarcación que estaba en la costa de la Isla Yacyretá, en tierras paraguayas. Eso hizo pensar que los jóvenes podían estar en algún lugar de esa gran extensión de tierra. El martes 13 de febrero, 37 días después, hallaron el cuerpo de Luciano, pero nunca se supo más nada de su amigo.
PRIMERA EDICIÓN dialogó con Aníbal y Norma, los padres de Fabián y pudo reconstruir los años de dolor y la infructuosa búsqueda de respuestas. El joven había sido alumno del Instituto Janssen y casualmente su madre mostró ayer dos trabajos que él había hecho en las horas del taller de fundición. Se trata de un payador y una tortuga, tal vez símbolos de la causa después de tantos años.
Norma recordó que Fabián se había recibido de Técnico Electrónico y apuntaba a estudiar la carrera de Ingeniería. Tenía dos opciones, Oberá o Córdoba y se había volcado hacia la segunda.
“Hace unos días atrás estuve buscando archivos de esa época y me volvió a impactar la foto del hallazgo del chaleco salvavidas tomada desde un helicóptero de Prefectura. No sabemos si era de Luciano o de Fabián, sólo que estaba muy cerca de la costa”, indicó.
Relató que a su hijo las fuerzas de seguridad lo siguieron buscando hasta mayo de 2007, “pero en los últimos meses por las experiencias que tuvimos no sabemos si realmente lo siguieron haciendo”, lamentó.
Esa tarde en la que salieron a remar, “el agua estaba planchada”. “A otro amigo de Fabián, que estaba esperando que ellos volvieran, le sacaron una foto al lado del agua y ahí se nota que el clima estaba muy bueno y no había olas”, dijo Norma, para descartar que el río hubiera estado “picado” y la piragua se hubiera tumbado a causa del oleaje.
Sin embargo, “en el expediente, Prefectura concluyó que hubo un naufragio por las malas condiciones meteorológicas, cosa que no fue así según los testigos en el lugar”, dijo por su parte Aníbal.
Aquella noche los vecinos les comentaron a los padres que tal vez a los chicos los agarró la noche y decidieron quedarse en la isla, pero el problema es que tenía fama de ser peligrosa.
“Cuando llegué al lugar a preguntar qué había pasado, increpé al encargado del destacamento de Prefectura porque no les hicieron una advertencia, no los llamaron para que regresaran. Días después, por lo bajo el efectivo me confesó como disculpándose, ‘señora, si yo llego a llamar la atención a cualquiera de los hijos de los dueños de este club privado, a mi me remueven del cargo’, me dijo el uniformado. Lastimosamente esto es una realidad aún hoy”, lamentó Norma.
La mujer rememoró la desidia con que respondieron a las diligencias que solicitaron a las autoridades competentes. Pidieron fotos satelitales del 4 de enero en esa zona, dado que la Entidad Binacional monitoreaba de forma constante el embalse. “Un año y medio después, nos mandaron una foto del 2004”, relató.
Una vez que apareció el cuerpo de Luciano, la familia de Fabián descontaba que era cuestión de horas para que también apareciera el de él. Tenían preparada una placa radiográfica para que un perito pudiera corroborar la identidad sin que hubiera que aguardar una autopsia, pero pasaron doce años y nadie sabe nada.
Sobre el estado de la causa el padre consideró: “Ya no esperamos nada de la investigación. Sí anhelo que de una vez por todas la Justicia se ponga los pantalones largos y dictamine de una vez por todas. En el momento de la búsqueda, la Justicia de Misiones se portó muy bien, no tenemos la misma opinión acerca de la Justicia de Corrientes, que es la que tiene que expedirse acerca de qué fue lo que pasó con Fabián”.
“Por más que la gente diga que es una locura, nunca perdemos las esperanzas. Pasa que como seres humanos lo necesitamos para hacer el duelo y no lo tenemos”, dijo la mamá. “Yo escapo a todo lo que tenga que ver con velorios, pero hoy puedo decir que el duelo es necesario para todo el que pierde un ser querido. Y lo peor de todo es que aguantar tanta tristeza, dolor e incertidumbre enferma el cuerpo” dijo Aníbal y finalizó: “Lo recordamos todos los días. La herida que tengo no se va a cerrar hasta el fin de mi tiempo”.