Nacida en Jardín América, cree que para jugar “no hay una edad, sino hasta que el cuerpo y las ganas te den”. El año pasado tuvo la oportunidad de trabajar como coaching en lo que será una serie de televisión.
El deporte te conecta, te abre la cabeza, te relaciona con la gente. Es lo que percibe Amalia Rosalía Leites Da Silva (37), jugadora de básquetbol adaptado desde hace 16 años, cuando un accidente automovilístico le produjo una lesión medular completa y apeló a esta disciplina para “salir adelante”.
Y desde entonces no paró. Integró la Selección Femenina y llegó hasta los Juegos Panamericanos de Rio de Janeiro en 2007, donde compitió ante “potencias mundiales”.
De visita en la casa de sus padres, en el barrio 130 Viviendas de Jardín América, la deportista contó sobre sus vivencias y su relación con la silla de ruedas, “que no es impedimento para seguir realizándote como persona”.
Y empieza el relato desde el día del accidente, ocurrido a la altura de la localidad correntina de Alvear, justo para las festividades de fin de año.
“En días como éstos estaba esperando ser sometida a una cirugía de fijación de columna en el hospital Fernández porque todo sucedió más o menos para esta fecha. Ya vivía en Buenos Aires y veníamos con la familia hacia acá para pasar las fiestas”, contó.
Y agregó que “fue instantáneo. Abrí los ojos y supe que no iba a caminar. Después el médico lo confirmó al decirme que la operación era para que tuviera una mejor calidad de vida pero que no iba a caminar más… pero con el tiempo conocí el deporte”.
Estando en rehabilitación “vino un grupo de gente que hacía tenis y me invitó a las prácticas que realizaban en el CeNARD. Si bien me alegró, les dije que para mí esto era nuevo. Era como aprender a salir a la calle. Sentía miedo. Pero poco a poco comenzaron a buscarme. Para alguien que empezaba, ver gente que tenía movilidad, que tenía una vida, que hacía actividad, significaba que se podía tener una vida normal. Fue importante ver a gente que está superada, me ayudó muchísimo. Pero es un proceso lento”, aclaró, mientras saboreaba un mate cebado por su mamá, Catalina, y acompañada de su pareja, Cristian Matías Gómez (34), también basquetbolista -e hijo de su entrenador, Eduardo Gómez-.
Estando en el CeNARD, conoció el básquetbol en silla de ruedas. Y fue como “volver a conectarme, significó libertad porque es un deporte muy dinámico. Más que el tenis en ese momento. En el caso del básquet te subís a una silla y ya querés correr. Lo hice mío. Poco a poco estuve en la Selección Femenina. Fue en los comienzos. Porque había dejado de existir hace unos veinte años y estaba resurgiendo”.
Recordó que empezaron a buscar “entre las chicas que estuvieron hace mucho y se volvió a armar la Selección Femenina. Yo era una de las más chicas. Volvimos a estar en el ruedo del Panamericano de Rio de Janeiro de 2007. Me hace feliz haber pertenecido a ese movimiento que nunca paró, que hasta el día de hoy continúa y se sigue fortaleciendo. En ese momento competimos con potencias como Canadá, Estados Unidos, que nos pegaban cada baile, y hoy ya no pasa. Si bien nos falta, tuvimos una evolución paso a paso pero firme”.
Admitió que “siempre me gustó el deporte como hobby. Jugaba un poco al vóley, me gustaba salir a correr, el gimnasio, pero ponerme a entrenar, no. El deporte fue a raíz del accidente. Como terapia. Porque estás pensando que mañana vas a ir a entrenar y cosas así, tenés la cabeza ocupada y no estás deprimiéndote. Estás pensando qué bueno que puedo hacer algo y que mañana voy a ir a entrenar y cosas así. El deporte es un conectar, pero no para las personas con discapacidad sino para todo el mundo. Te abre la cabeza, te relaciona con la gente”.
“Aterrizar” en casa, lo ideal
Considera que su familia “es el motor de siempre. Cuando abrí los ojos y ya me vi en la silla, dije: si me pongo mal, si estoy triste, deprimida, a mi familia la mato, porque de hecho es un palo más duro para la familia que para uno mismo. Son ellos los que tienen que correr. Uno está en la situación pero si encima te venís abajo, los matás en vida. Ese fue mi disparador”.
Entonces, siempre que tiene la oportunidad de “aterrizar” en su casa, lo hace.
Ahí la espera “mi viejito, Asís “Tito”, que tiene 91 años. También mamá Catalina, mi hermana Carolina y mis dos sobrinos Tiziano y Tiago, que me salió súper deportista. Para mí es una bendición poder hacerlo”.
Después de su paso por la Escuela de Comercio, terminó el secundario en una escuela de adultos y se había ido a Buenos Aires “porque mis hermanos están todos allá y estaba intentando conseguir trabajo. Pasó como suele pasar en las familias del interior donde todos emigran en busca de oportunidades, y era algo como natural”.
Y tras el accidente vinieron los planteos: “Qué va a pasar, qué voy a hacer. Y conectarte con gente que ya lleva tiempo en este deporte me ayudó, me demostró que el hecho de estar en una silla de ruedas no es impedimento para seguir realizándote como persona. Eso me sirvió muchísimo”.
Leites Da Silva manifestó que en las provincias hay muchas personas en silla que no salen de sus casas y su propósito es que se pueda “visibilizar un poco y que se tenga más conciencia que las personas que estamos en silla podamos tener una movilidad, por ejemplo, la adaptación de los colectivos urbanos, que puedan ir a su trabajo, a realizar el deporte al club, sería grandioso. Que se vaya visibilizando, conociendo, que las personas que están en silla, tienen vida social, pueden realizar un trabajo”.
“Couchear” a un actor
En 2018 tuvo la oportunidad de trabajar como coaching en lo que será la próxima serie de televisión argentina original de Disney Channel Latinoamérica que prevén estrenar en 2019. Su tarea tuvo que ver con la preparación del actor Fernando Dente, en el papel que desempeña cuando sufre un accidente.
Con esto Leites Da Silva quiso expresar que “dentro de todo, las oportunidades existen”.
Y narró que en julio de 2018 se acercaron al polideportivo donde ella entrenaba referentes de la productora de Disney. Comentaron al entrenador sobre el proyecto y lo que estaban buscando.
“Al pasarnos la info, fuimos unos pocos los seleccionados para la entrevista en los Estudios Disney, en Munro. Fui como para conocer el ambiente y, sinceramente, no creí que iba a quedar porque el personaje de la serie es un varón”, contó entusiasmada.
La tarea a realizar con el personaje de Víctor (Fernando Dente) “era la de ‘couchear’ al personaje, entrenarlo. Finalmente con él me quedó una relación muy linda, de saber uno del otro por mensajes. Y uno por ahí se piensa que en el mundo de la tele la gente presumida o cosas así. Sin embargo, yo conocí ahí a gente muy copada! Y mirá cómo son las cosas de la vida: hace 16 años atrás, quién me iba a decir que mi discapacidad me iba a llevar a conocer el Maravilloso Mundo de Disney”, reconoció.