De cutis fresco y claro, revela ser apacible y graciosa era como flor silvestre, cuyos pétalos juguetean las brisas, llevándolas de aquí para allá como mariposas en la mañana de primavera: era más bien como tímida margarita que vagamente se muestra en el crepúsculo de una tarde estival.
En la tarde de aquel día se destacaban gloriosas en el sol poniente las distintas colinas.
Hasta los pájaros volando de árbol en árbol a sus pies parecían tener entonaciones de placidez al parecer flotando detrás de los fragmentos de nubes, cuyos movimientos observaba la joven desde la ventana.
Las blancas nubecillas, que parecían poder abarcar con los brazos, separándose lentamente de la cima y resplandecientes como radas mariposas flotan una al lado de la otra en dirección por el limitado espacio.
Con la puesta del sol, y al levantarse la fresca brisa en el crepúsculo, palidecieron poniéndose rosadas y lanzadas al viento, una sobre otra viéndolas en el cielo.
Sólo fue un instante: fuese empequeñeciendo la menor hasta que al fin se desvaneció, mientras otro fragmento tomó un tinte gris sombrío, cerrando la ventana.
Luego, la oscuridad como un sudario cubrió el cielo y las colinas y sólo se veía la noche, el pálido semblante de la mariposa en la ventana.
Escucha una voz:
-¿Qué haces ahí? ¡Por qué no estás con los clientes!
-Dijo la madama, o es que hoy no trabajas.
Haiku
Por las alcobas
repartiendo hembras.
Ciervos braman.
Colabora
Aurora Bitón
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