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Cerca de las 2 de ayer, Hilario González (47) recibió la peor noticia de su vida. A través del teléfono, su exmujer le contó lo que había pasado. No existe en el mundo sensación que guarde tanto dolor: su hija había sido asesinada y el principal sospechoso era la pareja de la adolescente.
Siquiera veinte horas alcanzaron a pasar desde aquel momento hasta que Hilario debió chocar con la realidad.
Ayer por la tarde recibió el cuerpo de la adolescente en Paraje San Juan, a 30 kilómetros de Jardín América y donde vive, para el doloroso e inesperado último adiós. El más duro para un padre.
“Quiero que se haga justicia por mi hija. Es muy duro vivir todo esto como padre, ella era mi orgullo”, le dijo a PRIMERA EDICIÓN, aún sin entender qué fue lo que sucedió y por qué le hicieron lo que le hicieron a la menor.
En diálogo con este Diario, González contó que vio a su hija por última vez hace más de un año. Nunca imaginó que ese sería el último recuerdo.
“Estaba al tanto de que estaban juntos, una vez la vi con este muchacho, que parecía una buena persona”, dijo el hombre sobre Strieder, el detenido.
Hilario aseguró que se enteró hoy, tras el hecho, que su hija esperaba un bebé. Recordó a su hija como una adolescente con sueños e ilusiones y, sobre todo, sana. “No fumaba, no bebía, no quería que yo fume ni haga nada malo”, reveló sobre la menor, que había nacido en Aristóbulo del Valle y fue criada en el mismo Paraje San Juan donde anoche la lloraban familiares y amigos.
María era la más pequeña de tres hermanos que Hilario tuvo con su exmujer. La mayor, hoy por hoy de 21 años, lo acompañaba ayer en el sepelio. El único varón tenía 16 años cuando, hace dos, murió víctima de una grave enfermedad. El dolor volvió a golpear a la familia.
Sobre María Belén, González recordó que estudió en la Escuela Provincial 237 de Puerto Leoni. “Después estudiaba danza en Ruiz de Montoya”, rememoró su padre. Tras la separación de sus progenitores, la madre y María se fueron a vivir a Puerto Rico. Y después a Posadas, donde todo sucedió.
“Lo último que supo es que ya no estaba estudiando, pero ella tenía sus sueños como todo adolescente. Quería estudiar y recibirse como su tía, que trabaja en la Universidad Nacional de Misiones”, agregó.
Sobre el sospechoso, Hilario confió que apenas lo conocía. No obstante, dijo que meses atrás le llegó un rumor para nada bueno. “María no me quiso contar, pero igualmente me enteré que le había sacado el teléfono celular y no se lo quería devolver”, contó sobre el muchacho, tras lo cual agregó que “no supe de otra cosa grave”.
Aquello hizo reflexionar al hombre, que en más de una oportunidad había intentado convencer a su exmujer para que abandonara los vicios de las ciudades grandes y regresara con María a vivir en Paraje San Juan. “Le dije a ella que, si quería, podían venir de vuelta acá a mi casa y yo me iba a alquilar por ahí”, sintetizó.
González se dedica a la construcción y es uno más entre los vecinos del barrio Don Bruno que se levanta temprano para ‘parar la olla’. Conmovido por la situación, ayer recordó a este Diario uno de los momentos más felices que vivió junto a su hija. “Hace tres o cuatro años tuve la posibilidad de ir a trabajar por algunos meses en Colón, Entre Ríos. Entonces, cuando María Belén tuvo sus vacaciones, se fue a pasar conmigo. Uno siente verdadero orgullo por su hija. Ahí ella me contó que quería estudiar, que quería ser alguien, tener un título como su tía. Ahora todo es dolor”, esgrimió.
Más allá del calvario que vive, Hilario se reconoce como hombre de fe y, a la espera de justicia, responde cuando se le pregunta si podría perdonar al autor del hecho: “el perdón es divino, es de Dios. Nosotros somos hechos a imagen y semejanza. Debemos perdonar. Uno tiene que pensar como padre. Todo lo que vivimos es muy difícil”, cerró.