El cambio forma parte de nuestra vida desde que nacemos. Basta con mirar alguna fotografía de nuestra infancia para darnos cuenta. El cambio es, en realidad, lo único que permanece.
A veces, las personas generamos la ilusión de que es posible no cambiar y no nos damos cuenta que, al hacer eso, dejamos nuestras vidas en manos de lo que llamamos destino o en manos de los demás.
Cambiaremos igualmente, pero nosotros no seremos los dueños de nuestras vidas.
La decisión no es cambiar o no cambiar. La decisión es hacernos cargo o no de ello, asumir nuestra responsabilidad ante la vida y ante nuestra felicidad.
Cuando percibimos el cambio como algo negativo nos sentimos amenazados. Es esta interpretación de los acontecimientos la que provoca una gran diferencia en nuestro andar.
El poder de la transformación reside en aceptar el cambio y convertir los obstáculos en posibilidades y los fracasos en éxitos. Carl Rogers expresa que “la curiosa paradoja es que cuando me acepto como soy, entonces puedo cambiar. Es decir, sólo cuando nos ponemos en contacto con lo que somos, con lo que pensamos, con lo que sentimos, con lo que nos pasa, sólo entonces somos capaces de cambiarlo.
Al aceptar y asumir como propio lo que está pasando en nuestro interior, desviamos la energía que utilizamos para no oírlo ni verlo, incluso para no sentirlo, hacia lo que de verdad queremos y necesitamos, que es cambiarlo”. Aceptemos el cambio y aprovechemos la gran oportunidad que éste nos trae moldeando la vida que queremos.
Colabora
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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