
Poco antes del mediodía del pasado 7 de enero, Javier volvía a su casa en el barrio Aeroclub de esa ciudad cuando sufrió una descarga eléctrica al tomar contacto con un cable de electricidad que estaba caído en el camino, producto del fuerte temporal que se registro esa jornada en la provincia.
Un mes y medio después, las secuelas en el joven de 17 años son evidentes: aún tiene una herida muy profunda en el pie derecho que no logra cicatrizar (no se muestran las imágenes porque pueden herir la sensibilidad), y otras lesiones menores pero muy dolorosas.
Pero además, según contaron sus familiares a PRIMERA EDICIÓN, sufre de pánico y no quiere ni siquiera enchufar un electrodoméstico. “Yo no me animo a enchufar o desenchufar una radio, la heladera o el cargador del teléfono. Tengo miedo de que me agarre otra vez la electricidad”, ratificó él mismo.
“Siento dolores en las heridas como si todavía no estuvieran cicatrizadas. A la noche me despierto asustado porque sueño que estoy liado en cables. La verdad, no sé cómo hacer para no sentir ese miedo”, agregó.
Javier recordó lo sucedido aquel día, cuando volvía al barrio Aeroclub desde el centro de la ciudad, “que esta a tres kilómetros por la ruta provincial 13. Entré al acceso que viene hacia mi casa y a unos cien metros me paso un auto y pisó un cable de electricidad suelto, que había caído junto con el poste. El cable se pegó por el auto, ‘chicoteó’ para mi lado y me enredó todo el cuerpo“, lo cual le causó heridas muy profundas en distintas partes del cuerpo. Las más graves son en el empeine del pie derecho, en el antebrazo derecho y en el torso.

“Fue tan rápido que no me acuerdo más que pasó. Me desperté en el hospital”, relató el adolescente, quien luego supo que “el vecino de al lado (de su casa) pasó por el camino, me vio tirado en la cuneta y me llevó al hospital. Apenas llegué, me pusieron en una ambulancia y me llevaron a Oberá. Ahí estuve tres días internado” en el SAMIC.
Desde entonces está en su casa, a unos 500 metros de la ruta 13, al cuidado de su madre y de su hermana. “Me tengo que hacer curaciones casi todos los días y voy al hospital de El Soberbio, allí me atienden bien”, destacó.
Sin embargo, cuestiona a las autoridades responsables del cable caído: “Hace más de un mes que me accidenté y hasta ahora nadie vino a ver cómo estoy y si necesito algo”, lamentó el joven.
Antes del episodio, Javier hacía “changas” en el pueblo y las colonias para ayudar a la familia. Incluso tenía pensado buscar empleo en Corrientes, donde ya trabajan algunos parientes y amigos suyos.