
Luciano Alejandro López siempre tuvo ganas de experimentar. Es lo que aseguran desde su entorno familiar. Y apenas tuvo oportunidad, lo hizo. Desde hace más de un año se encuentra en Alemania, en un viaje de intercambio cultural, propiciado por el Rotary Club Posadas Oeste. Estudiante de quinto año del colegio San Basilio Magno, dos años antes de la concreción del “sueño” planteaba la alternativa de “levantar vuelo” para “conocer otras culturas y mostrar la nuestra”. A través de una compañera que integra el Club Interact se contactó con los dirigentes, participó de entrevistas y rindió examen ante los presidentes del Distrito 4.840, conformado por Paraguay, Misiones, Chaco, Corrientes y Formosa. El buen puntaje obtenido hizo que pudiera elegir el país de destino, entre los propuestos: Alemania, Francia y Suiza.
Y para que el combo sea más completo, durante seis meses, durante cuatro horas semanales, estudió el idioma alemán con la profesora Gisella Seller, alcanzando un notable nivel que “le abre muchas puertas en el país en que se encuentra”.
“Lo extrañamos pero sabemos que está viviendo algo muy importante, entonces el extrañar pasa a ser una felicidad. Siempre vemos sus fotos, nos escribimos con las familias que le dan albergue y sabemos que está pasando bien, así que como padres también disfrutamos. Y, afortunadamente, las redes sociales ayudan mucho a mantener la tranquilidad”, dijo Claudia de los Ángeles Ávalos, mamá de Luciano, que comparte el pensamiento con su esposo Juan Carlos López, y sus hijos: Carlos Federico, Gisella Yael y María Victoria.

De todos modos, para extrañar no hay mucho tiempo porque los López están ocupados “con los chicos de intercambio que están en nuestras casas, que también nos dan muchas satisfacciones.
Nos tocaron dos hijos postizos muy buenos, que aprenden y nos enseñan. Nuestra función como padres adoptivos es ir enseñando sobre nuestra cultura, estamos dedicados a ellos y hace que no se extrañe tanto al hijo que está lejos”.
Añadió que el viajero “es un chico muy desenvuelto, con mucha cultura, al que le gusta aprender, conocer, que siempre está tratando de saber más cosas. Y en Alemania está demostrando sus logros”. Entre ellos, los musicales. Tal es así que recientemente brindó su primer concierto de piezas exigentes de piano en un museo de arte del pueblo de Bad Saarow y como “a los presentes les encantó”, recibió premios locales e incluso de los representantes de un Rotary de Polonia que se encontraban presentes en la recepción. Ésto, además de invitarlo a tocar a Gorzow, Polonia, en mayo venidero. “Nosotros estamos muy contentos con esta oportunidad que generó este programa de intercambio del Rotary, y realmente nuestro hijo está representando muy bien a nuestra provincia”, acotó esta docente de música, con la que Luciano hizo sus primeras armas. A Luciano le fascina la música. Todo el tiempo que puede aprovecha para ir conociéndola y practicándola.

La estadía de Luciano se prolongará por un año y terminará su programa el 1 de agosto venidero. Como otros chicos que participan del intercambio, desde su arribo tuvo reglas que seguir. Por el momento está conociendo numerosos lugares y tiene la obligación de asistir a clases. Dentro de dos meses formará parte el Eurotour, que le permitirá recorrer varios países de Europa por el lapso de un mes. Será junto a todos los jóvenes del mundo que se encuentran vivenciando esta experiencia en Alemania.
El propósito de Luciano, al menos antes de viajar, era ser ingeniero químico pero “vamos a ver qué sucede cuando regrese”. Las familias con las que compartió su estadía en Alemania le ofrecieron que fuera a estudiar y continuara su carrera de ingeniero en ese país europeo pero “está viviendo cosas nuevas, disfrutando, conociendo, aprovechando, así que cuando vuelva hará un balance y verá cuales son sus mejores opciones”, estimaron los suyos, a la distancia. Antes deberá rendir las materias especiales para poder culminar el secundario en su querido “SanBa”.
Diario de un viaje
En uno de los escritos enviados a la familia, Luciano contó que durante tres meses vivió con la familia Leinert, en Lindenberg, Brandenburgo. Con ellos se fue de vacaciones a Bayern, al sur del país, donde pudieron escalar la montaña más alta de Alemania. Añadió que el 20 de agosto comenzó el colegio, ubicado en una ciudad cercana llamada Fürstenwalde; que hizo un curso de alemán durante un mes en Berlín, y que en octubre disfrutó de unas vacaciones en el mar Báltico, en una isla llamada Rügen. En noviembre cambió de familia y se fue a la casa de los Hilderman, en el mismo pueblo, dónde tenía a un “papá” ruso y una “mamá” israelí. Con ellos probó mucha comida rusa y aprendió un poco del idioma.

Luego, tuvo un viaje de cuatro días a París (Francia) junto a los demás intercambistas. “Pasé una hermosa Navidad con muchísimos regalos, pero un muy aburrido Año Nuevo”, recordó. En enero volvió a cambiar de familia. Fue con los Jahn. Esta vez, en un pueblo cercano, Wendisch Rietz. Dio su primer concierto en un museo de arte de Bad Saarow, al que calificó como “un pueblo súper hermoso”. A principios de febrero hizo una pasantía en un laboratorio de una industria del vidrio, en Berlín, y vivió con una familia del lugar durante una semana. Para cumplir este cometido debió pedir autorización tanto a las autoridades del Rotary como a sus padres en Argentina. “Estoy muy contento de estar haciendo un intercambio. Amo esta zona, llena de naturaleza y tan cercana a Berlín y a Polonia”, sintetizó.
William, desde dinamarca
Por estos días el danés William Qvist Raahauge es quien reside en casa de los López. Como también lo hizo Nathaniel James Doce “Nano” Burke, oriundo de Estados Unidos.
Willam cursa en el Bachillerato Humanista y si bien extraña a su familia y a sus amigos, aseguró que “me gusta todo lo de acá: mi familia, mi escuela, mis amigos, el país. Es muy distinto a Dinamarca, sobre todo las personas”.
Posadas le parece poblada ya que la ciudad en la que vive tiene sólo 60 mil habitantes. Como acá, en verano las temperaturas alcanzan los 35 grados y en invierno conviven con -5 o -10 grados. Carlos Federico sostuvo que “ellos pasan a ser mis hermanos. Luciano está pasando genial pero como familia también tenemos nuestra experiencia y nos encanta. Cuando llegan, entre los miembro del Rotary, los recibimos en el aeropuerto y hacemos una fiesta. Les transmitimos la seguridad, el amor. Queremos demostrarles que acá tenemos ciertos valores que quizás ellos no los expresan”.